“SOLEDAD”
Esa compañera deseada tantas veces para hilvanar sueños imposibles en el silencio de la noche cuando las estrellas salen en busca del sol sin poder atraparlo. Cuando te envuelves en sus brazos para dar vida a recuerdos que guardas como perlas preciosas en el fondo de tu alma y dibujan sonrisas en tu boca sintiendo la tibieza de unos labios que viven como luciérnagas en tu corazón. Soledad a la que tomas de la mano y corres hacia la complicidad del silencio para escapar del bullicio inconsciente de los que jamás descubrirán lo bello de la vida porque ciegan sus ojos a la felicidad. Soledad que se hace copla en el viento y va por oscuros vericuetos fantasmales embriagándolos de dulces melodías en el eco de las piedras. Imprescindible manta de telarañas tejidas entre las ramas de rosales, perfumada por pétalos que pueden defender noches de fríos infernales cómo a tus propias noches. Vuela con ella, vive con ella, es la testigo de tu llanto y de tu risa pues es una moneda acurrucada en el bolsillo de tu alma y a veces se necesita para pagar algún regalo que le compramos al tiempo. Esa misma soledad que te aprisiona volando entre las luminarias del cielo, el sol o la luna, y poder comprender el privilegio divino de acariciar o palpar el infinito por la gracia de Dios. Soledad la que sin espacio de tiempo y en un silencio insuperable me permite observar el presagio de un eclipse, ligado y unido de manera perenne a los ciclos de la vida y de la naturaleza en su totalidad. Soledad en estos tiempos aciagos en donde la gente, la sociedad y el mundo aislados y absortos se alejan de lo que sucede en los planos superiores. Soledad que nos narra la historia en donde un Galileo se le ocurrió mirar las estrellas y se encontró con lo asombroso y transcendental. Soledad en la que en sus noches de insomnio, el genio mirando el cielo avistó a las luminarias eternas que giraban en torno al poderoso Júpiter. Soledad en que en una iluminación prodigiosa pudo espiar al padre Zeus, dios supremo de los griegos y titán del olimpo que explotaba la fuerza de los cielos, la lluvia, la nieve, el granizo y la tormenta. Y desde esa misma morada cósmica, este pájaro soñador confirma, en absoluta soledad, que este universo infinito que nos envuelve y cobija, que representa lo inmutable, lo perfecto lo supremo, en su armoniosa y bella estabilidad es obra de la mano de Tata Dios.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
María Isabel clausen – Marisa - (Mic)
#Tucumán #Argentina #España
Hermoso relato Dr. Jorge, para meditar. Mil gracias. Dios lo Bendiga. Elsa Lorences.
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