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- 30 de octubre, 2020
- Buenos Aires (AICA)
A ESTE MAR QUE ME ACARICIA Y ME MECE EN SUS OLAS
Eunate Goikoetxea
Alicante-España
Todas las mañanas paseo por tu orilla, disfrutando
de la brisa, dejando que empape mi alma, y llegue hasta mis sentimientos más
escondidos.
Tu olor es inconfundible, se cuela en mi memoria y me habla de esa “agua
quieta” donde guardas a los hombres que pierden su vida entre tus olas… de esas
batallas que han contemplado a lo largo de la historia tus aguas, de esos
maravillosos saltos de los delfines, de los cantos de las ballenas, de cómo las
sirenas se adornan el pelo con corales y como Neptuno agita las aguas y luego
cabalga sobre ellas en unos caballos blancos. Del sol cuando se esconde en tu
inmensidad al anochecer y como la luna le busca con sus rayos plateados. De
cuando las estrellas se dejan caer en tu abismo cuando tienen que cumplir un
deseo.
Tengo hacia ti mucho amor y respeto, me fascina sumergirme en tus aguas
las cuales unos días están bravas y otras calmadas. No sé cuales me gustan más,
si esas aguas bravas que cuando se enfadan son empujadas por la brisa cuando
discute con el viento, y arremolinan las olas y las alzan formando murallas en
el agua…y en esos momentos, es tal tu ímpetu que eres capaz de cualquier cosa.
O esas aguas calmadas, que transmiten tu paz, tu silencio y arrogancia mezclado
con ese sentimiento único de hacernos sentir tu poder y recordándonos que ante
ti, nuestra fuerza, impertinencia y orgullo es una debilidad. Sin embargo no
puedo dejar de mirarte…de sentirte…de escucharte…
Es el sonido de las olas quien me mece en un
largo deseo mientras la brisa acaricia mi cuerpo y despeina mi pelo. Mis pies
dejan huellas en la arena que tus olas borran a mi paso, llevándolas contigo a
las profundidades, con ternura, con pasión, no sin antes acariciar mi piel con
tu espuma blanca, haciéndome estremecer. Espuma que se queda pegada a mí, para
dejar constancia una vez más que estas, que vas y vienes meciéndome en tu
cántico sin saber qué hacer, si arrástrame hasta las profundidades
convirtiéndome en sirena o dejarme en la arena para hacerme soñar.
La brisa me susurra tus anhelos, yo la susurro
mi miedo
Mírame mar, soy tuya, déjame bañarme en tus
aguas mientras juegas con mi cuerpo y con mi alma. Y si no quiero salir de
ellas… llévame contigo hacia donde escondes al sol todas las noches a jugar con
las estrellas llenas de deseos…me llevare tu espuma blanca pegada a mi piel
hacia donde la luna mira al sol consciente de lo que no pudo ser…
De inmortal a mortal, me susurras inclemente:
En cada pequeña cosa me tendrás a mí. Sentirás
mi poder y mi ternura, en el viento, la lluvia, el olor a tierra mojada, una
sonrisa, en una mirada perdida… Vete. Vive. Ama…
Dra. Eunate Goicoetxea
Alicante - España
que mientras unos se mueren
abandonando la vida,
otros a la vida salen
alegrando a su familia.
Por qué algunos nacen negros
y otros blancos han nacido
y estos son mejor mirados
y los negros maltratados.
Por qué hay gente que sufre hambre
y otros que tiran comida.
Por qué el odio trae guerra
y nos falta comprensión
Santo Dios cuanta amargura.
Que solos están los niños
sin amor y sin dulzura
sin calor y sin cariño.
¿Que ha de pasar mi SEÑOR
que mate la indiferencia
de esta sociedad atroz
que ha perdido la conciencia?.
¿Que ha de pasar mi SEÑOR
que mitigue la tristeza
que les devuelva el amor
que los cobije y contenga?
¿Es que somos insensibles
a tanto dolor presente?
¡Cuánta dureza increíble
y cuantos padres ausentes!
¿Qué hacemos con nuestros niños
que no podemos amarlos
contenerlos con cariño
orientarlos y educarlos?.
¡Qué sociedad miserable!
¡Que falsedad, que locura!
Los lanzamos a la calle
a una vida negra y dura.
LA DOCTORA EUNATE GOICOETXEA (ALICANTE-ESPAÑA)
ACABA DE PUBLICAR LA
REVISTA ARISTOS INTERNACIONAL DE OCTUBRE 2020
Un estado permanente de injusticia social produce la degradación moral y la pérdida de la dignidad tanto del opresor como del oprimido. – En general, los bajos ingresos, la carencia de viviendas dignas, la mala educación y la mala alimentación son también una fuente de injusticia social.Esto se produce en todos los ámbitos de la sociedad. Algunas de las causas a nivel de Estado son la corrupción que lleva a la disminución de fondos para la salud pública, educación pública, creación de trabajos y subsidios sociales.
A nivel individual o personal, se produce debido a la discriminación, intolerancia y falta de respeto contra otra persona por su nacionalidad, raza, género, clase social o jerarquía.
Es por ello, que la injusticia social va de la mano con la desigualdad social que agrava las condiciones de los más necesitados. La justicia social se refiere de manera general a la inequidad política y la desigualdad social a la económica.
En este sentido, al estar la política y la economía conectados, la injusticia y la desigualdad social también lo están. Todo ello genera situaciones preocupàntes y constituyen violaciones a los derechos humanos, tales como el desalojo forzoso de personas de sus hogares, el hambre, la contaminación de las aguas, un salario insuficiente para llevar una vida digna, la negación de derechos fundamentales como el acceso a la información, a los servicios básicos o a la atención sanitaria; la segregación de individuos o minorías, generadora de exclusión en la escuela o el trabajo, entre muchas otras cosas.
Resumiendo. La injusticia social es el desequilibrio en el reparto de los bienes y derechos sociales en una sociedad. Y se produce en todos los ámbitos … En este sentido, sin moral no existe justicia, por lo tanto la injusticia social es la falta de moral social.
Dra. Eunate Goicoetxea
Alicante - España
Una triste y pavorosa realidad de estos tiempos que se da en muchísimos países. ¡Felicitaciones Eunate. Gracias por dejarme compartir tus reflexiones.
Elsa lorences de Llaneza
En su Día, al inolvidable y amadísimo, San Juan Pablo II “El Grande” (Karol J. Wojtyla) con ternura filial y admirativa. In memoriam...
Y a su Santidad, Papa Francisco I (Jorge Bergoglio), transido y apocalíptico heredero, quizás, de las visiones de Fátima…
“Juan Pablo, su Santidad”, dijo ella postrándose ante el Pontífice Peregrino: ¿Está usted bien? ¿En qué piensa, padrecito?”…
Está colgado. Y duele. Una gota de agua enrojecida abre su costado y cae sobre la piedra maciza del monte. A sus pies, de entre las rocas, nace una niña. Golpea su frente inmaculada el último espesor de sangre brotado de la herida abierta.
Y llora. La niña llora ferozmente, y lo mira. El pecho abierto duele mucho. No sabe que si baja a socorrerla, morirá. Que…
Deja que llore. Y no sólo el pecho, el cuerpo todo duele mucho.
No puede bajarse del madero. Y deja que llore. Por su bien, no puede. Cuando crezca, ancha de pulmones, la niña comprenderá…
Y será pródiga en cruces y en amores.
“… ¿En qué piensa…?”, rogó ella suplicante y postrándose a sus pies como María de Betania lo hiciera con Jesús… ”Ah, mi querida Sor Lucía…”, prosiguió, y con un hilo de voz acongojada, reveló: “… Acabo de releer sus manuscritos sobre Fátima, y… Y pienso… Pienso en la Iglesia, hija mía…”.
Y como un racimo desgajado de pétalos de rosa, cayeron de su pecho martirizado por una bala asesina, un rústico y bruñido crucifijo junto a un puñado de hojas manuscritas desprendidas de sus manos temblorosas, encerrando aquellas irrevocables y visionarias advertencias celestiales de Fátima que, hace unos días, ella le había revelado…
Después (ahora), Francisco I, ordenando setenta veces siete sus atribulados pensamientos, dejó pasar por la mente -una vez más y como un tren rápido bordeando unas cumbres alpinas procelosas- aquellas imágenes del futuro predicho, y ya presente, cuyos umbrales y sandalias de pescador, mediante, había comenzado a recorrer hasta el monte de la Gran Cruz a la que estaba predestinado. Atrás, y transcurrido aquel desperdiciado y breve tiempo de paz concedido al mundo tras sus crímenes, una ciudad de azorados moribundos quejaba sin dar cuenta que, delante suyo, el Ocaso de la última alborada terrena abría sus puertas -de par en par- hacia el Cielo prometido, y hacia el Infierno, también... [1]
ADRIÁN N. ESCUDERO
¿Por qué no escucharemos a la Madre Adrián? Estamos atravesando tiempos malos y seguimos como si nada. Que el Señor escuche nuestro clamor pidiéndole perdón. Elsa Lorences.
La Virgen nos habla, nosotros escuchamos
Yo creo que no llegamos a comprender el milagro que es que Ella nos hable durante tantos años, sin interrupción, desde Medjugorje. Y hoy, literalmente hace un ratito nomas, La Madre de Dios volvió a darnos sus palabras.
No podemos dejar de meditarlas, y agradecer a Dios por Gracia tan inmerecida, y tan prolongada. Algo importante debe significar, porque esto es algo extraordinario. No es normal en la historia de las apariciones de María.
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