Tumba de Monseñor Óscar Arnulfo Romero en la Catedral de San Salvador (poema)
Carlos María Romero Sosa / Especial para Con
Nuestra América
Desde Buenos Aires,
Argentina
Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi
obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado. El Evangelio me
impulsa a hacerlo y en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la
cárcel y a la muerte.
Homilía de Monseñor Romero
Ningún soldado está obligado a obedecer una orden
contra la ley de Dios(…). En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido
pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les
suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: ¡Cese la represión!
Homilía de Monseñor Romero en la misa del 23 de
marzo de 1980
No olvidemos que se trata de un proceso sobre
martirio.
Monseñor Vicenzo Paglia, obispo de Terni-
Narni-Amelia, postulador de la causa de beatificación de Monseñor Romero en
proceso en el Vaticano
A los vendedores de
allá afuera
Cristo no los arrojaría del
Templo.
Otros siguen siendo los mercaderes.
Dicta la propaganda:
ningún coreuta ahora
ha de llevar la
voz que clama en el
desierto. Hay silencio en la
tumba de
Monseñor Romero.
Pero la media luz
solemne y
sepulcral entra por los
oídos que decodifican
maldiciones de
sicarios,
respuestas evadidas por
testigos perjuros,
el agudo ultrasónico del
rasgar de otras ropas de
Sumos Sacerdotes,
el ahogar las conciencias en la
arena movediza del
cálculo político de
muchas jerarquías
y la oración rezada con
labios
apretados porque no se
dispare a tanta idolatría.
*****
De frente a quien lo
invoca el
Bienaventurado:
Dios iza en él su
insignia.
De frente a quien lo
invoca, a prueba de codicias y el
mal de las
alturas la palia arzobispal que no atajó
la
bala.
Su prédica un
pan de oro de
harinas eucarísticas:
Los pobres
son los que nos dicen qué es el mundo
y cual es el
servicio que la Iglesia le debe prestar.
Cubierto con su
mitra, tal vez alegoría de
otro monte Tabor
donde transfigurarse
en
Hombre
Nuevo.
De pronto el
flash de algún turista
-no una espada flamígera-,
impone condiciones del
año 2007 a la Utopía.
Mientras
tanto allá afuera
la historia se
reencuentra consigo
en un cruce de Gólgotas,
Madero por Madero.
San Salvador, noviembre de 2007
(Se publicó en “Fanales opacados”, Buenos
Aires, 2010 (Proa)
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