“Mi
Paz”
El placer de ver la
tierra como un pájaro y gozando
del majestuoso silencio del espacio, la tengo
por la gracia de la milagrosa bilocación.
Don que me ofrendo la mano de Tata Dios. Puedo volar por el
cosmos y escuchar
a personajes que de alguna manera transformaron
el universo. Logro trasportarme al
igual que Saturno con mis sueños hechos anillos orbitándome siempre,
viviendo en un eterno solsticio en mi hemisferio boreal con mi aurora
multicolor de pájaro volador. Consigo
ser un satélite girando
alrededor desde todos los ángulos y perspectivas. Como en un desfile de
soles,
lunas y de estrellas errantes con sus luces y sombras de sublime brillo y
excelso carisma me elevo. Consigo remontarme “Hacia arriba y más allá”,
logrando una antigua aspiración del hombre de ascender a las atalayas
del
firmamento. Tener el placer de
ver la tierra como un globo que gira lentamente, gozando del majestuoso
silencio del espacio en búsqueda del sereno azul del firmamento. Una
sublime
visión del edén cercano a mis pupilas. Descubrir
que las mayores luminarias del cielo, el sol o la luna, de pronto
desaparecen o
cambian de lugar con tanta naturalidad como preparación única sobre el
misterio
insondable de la creación. El milagro celeste
y espacial que se vislumbra desde lo alto es colosal. Contemplar
flotando con suaves aleteos el acontecimiento
fascinante, descomunal de la exaltación y ascensión del amarillo disco
lunar
sobre un obscuro fondo violeta, proyectando reflejos verdosos sobre las
nubes
fugitivas con un orión mirando el firmamento. Mirar el contraste entre
la negritud del espacio y el cielo
fulgurante de estrellas enmarca una dialéctica de fenómenos lumínicos en
un
cuadro digno de contemplar eternamente. Es todo un espectáculo cósmico
sideral el que puedo observar a través de mi trasformación con imágenes
nítidas y acaecidas
intensamente en las que puedo dialogar, trasladarme y observar con
naturalidad a través de este privilegio
sobrenatural que desconozco el motivo. Poder observar desde mi óptica
astral acontecimientos
del pasado como un don y regalo extraordinario dado por el
Supremo sabiendo que para
Altísimo nada es imposible. Las
estrellas y constelaciones lucen con un brillo inusitado. La Vía Láctea
es un verdadero “río de
ungüento” que cruza el infinito. El
contraste del fondo negro del espacio vacío magnifica los fenómenos
ópticos. Cada aurora rutila y el
conjunto de luces representa miles de millones de luciérnagas en ese
universo
estático que sabemos se desplaza a velocidades vertiginosas. Puedo
observar como
desde un balcón flotante, sin que los objetos o personas me rocen, cómo
esas
“luminarias” se descuelgan dejando una delicada estela luminosa en su
caída
convirtiéndose en estrellas fugaces. El
universo aparece vacío. Salvo la
belleza del espacio misterioso, profundamente estrellado, en los días
limpios y calmos. Solo el sonido del
viento perturba el silencio total. Observar el Universo que representa
lo inmutable desde una morada
cósmica bajo un anfiteatro universal no tiene valor humano. Es acercarse
a la obra suprema de una
perfecta, armoniosa y bella estabilidad. Es acariciar un plan eterno y
un orden perfecto. Es la Paz. Es sentir que lo misterioso e
insondable se ha convertido en luz. La
vista de la bóveda celeste es la contemplación del cuadro más sublime
que haya pintado pintor alguno. Es que permanecer
en mi nido cósmico es una gracia de amor
y de paz. Embriagarse del cielo rutilante unido como un cordón al
fulgor y resplandor de millones de estrellas
activas es una experiencia casi surrealista de los cuentos de hadas. Los
mundos, espacios y tiempos se manifiestan
y revelan sobre mí ser o mis sentidos como si fuéramos grandes amigos a
los que
les necesito contar mis confidencias. No hay ningún otro fenómeno de la mística que
cause tantas dificultades como éste “Mi Milagro de Paz” para poder explicarlo
satisfactoriamente. A mis lectores y amigos les cuento mi verdad con absoluta
humildad, agradeciendo al Creador y a su
Madre este carisma que no lo merezco.
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
Un relato místico extraordinario estimado Doctor que nos demuestra que es usted un gran escritor. Felicitaciones. Elsa Lorences de Llaneza.
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