“Esperanza”
En el candente verano siempre es bienvenida la
lluvia que venga a restituir la humedad que se robaron los secos vientos del
norte. Es lo primeros días de Diciembre. En
mis pagos tucumanos después del agobio del astro rey al mediodía llovió. Un
chaparrón al principio discreto que alcanzaba para que las plantas y las flores
gozaran de un alivio y se asentara la tierra.
Los blancos pirpintos de la época
empezaron a revolotear su jolgorio en dulce montón. Después de la lluvia
el tiempo quedó cargado, amenazante desde el
poniente. La gente baquiana se
da cuenta de que está por caer piedra por el ruido que suele preceder a
la
granizada. A ese ruido, como un
trueno que en vez de ir degradando se mantiene continuo y grave. Al
momento desde la ventana de mi escritorio que
da al jardín, observo embelesado las
miríadas de piedritas que chocan contra el suelo. El caer de
cristales de hielo suena como una melodía cuando las millaradas de
piedritas entrechocan entre si formando una cortina vidriosa. Como un
relámpago
se largó la granizada en seco como si de repente se abrieran la puerta
del cielo. Feroz, fulminante. Piedras del tamaño de un huevo de gallina.
Al
ruido de la pedrea sobre los techos se le sumó el de las plantas que se
desgajaban y de los árboles que se venían abajo. Qué habrá durado, no
más de quince minutos, un cuarto de hora. Una tormenta mayor de viento y
piedra. Una
lluvia de verano que al fin ceso. Salgo al parque miro al cielo y una
tenue resplandor volvía a asomarse. Los presurosos movimientos de la
naturaleza en el jardín de la república y en los vecinos del norte
adelantan
sin duda año nuevo de esperanza y prosperidad. Es que el cielo necesita
llorar de vez en cuando. Después de la tormenta siempre llega la calma.
Él sol
sale. Se desprende de mí ser una plegaria de optimismo. Un año nuevo,
como portal sostenido por 365 vigas, nos espera. Un calendario, con 365
días virginales, aguarda el color de nuestra ilusión. Imploro a Tata Dios para
que, la paz que nos ha de brindar la navidad no se apague con el cañón de
la violencia. Ni se marchite el anhelo que el hombre siempre abriga. Que los 12
meses que nos saludan, sean oportunidades para ser mejores. Piedras de amor
para construir un nuevo mundo,
dejando atrás el no puedo más y él no te metas. Atrás quedó lo viejo y
nos espera lo nuevo. El señor, con su nacimiento, ya está alumbrando
con 12 lámparas cada mes de este año nuevo. El espíritu, con su brisa suave nos
infundirá 365 soplos de aliento divino. La Madre de Dios, marchará delante de
nosotros, ayudándonos a vivir dignamente cada hora y cada segundo, cada día y
cada instante de este año nuevo que
se enciende. la tormenta se
apacigua lentamente y los cristales de hielo al hundirse en el ávido suelo recrean un halito de paz y armonía
inefable. Desde esa serenidad y silencio brindo y saludo a mis
lectores y editores amigos añorando que la bienaventuranza se anide en el
corazón de cada uno y puedan seguir acompañándome en mi vuelo de pájaro y sueño. Feliz año que se
avecina.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
#Tucumán #Argentina
Gracias. Mil gracias Doctor. Un hermos saludo de Año Nuevo que todavía está vigente. Perdón por el atraso pero el Blog marcha muy ligero y yo muy lenta. Los lectores del Blog y yo le deseamos lo mismo para usted. Dios conserve sus Dones y los multiplique. Amén. Elsa.
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