martes, 17 de diciembre de 2019

MICRO RELATO: LA AVENIDA ADRIÁN N. ESCUDERO


LA AVENIDA (O Parábola de la Apostasía)

 

A José Manuel Agustín, mi padre: in memoriam

                                  Y al Sumo Pontífice, Papa Francisco (17-12-1936), orando –en el día de su cumpleaños- por la santidad de su ministerio petrino

   Cuando abrió los ojos, La Avenida se expandió como un inconmensurable plano.
   Su gigantesca extensión fue desbordada aún más porque estaba desierta. La línea de edificios que intentaba demarcar sus límites, se alargaba también en horizontes sin fronteras, imposibles de entrever, pues, la nube (oscura) que comenzara a acotarlo todo, desdibujaba los bordes de muros, balcones, ventanas, antenas y tanques de agua, recortando el perfil duro y estático donde nada ni nadie se movía o respiraba.
   Excepto Él.
 
   La Avenida era como el tótem de una ciudad muerta. El único brillo que resaltaba en el panorama sombrío que cernía fantasmas y misterios sobre Ella, provenía de unas delgadas y rectilíneas guías para la circulación de un tránsito que hacía eones no ronroneaba más. Y el terror súbito y breve (Pesantiano[1]) que se instaló en su pecho desnudo, le liberó la memoria...
   Antes de caminar, procuró el canto. Suspiró agitado y una música áspera como de bufido animal se precipitó desde su garganta por el núcleo de La Avenida que lo contenía, conquistando ecos de sonido y resoplidos de existencias en un camposanto de hierro y cemento que se abría expectante hacia el más allá...
   Después, sí, caminó. Y a la torpe melodía que exhalaba su boca, agregó un paso firme y un pensamiento que lo transformó en poeta y trovador.     Dijo: “La Avenida será ahora una distancia azul, sin pétalos blancos. Como un cielo de octubre en el hemisferio sur. Una ventana. Un recuadro de luz. Un cúmulo de almas peregrinando en Iglesia tras el sol. Muchedumbre soñada, amasada y avivada con el soplo creador. Por La Avenida se irá lentamente la mirada, mientras imaginan ser libres...”.
   Pero Lázaro no se levantó.
 
   Los confines del mundo y del universo siguieron quietos, tan inertes, tan rígidos, tan exasperadamente tiesos y dormidos, que el silencio –que era una nube - (“Pero cuando venga el Hijo del hombre; ¿encontrará fe sobre la tierra? – Lc. 18,8) se apoderó también de Él suspendiendo su precaria animación... Tal vez algún día, pensó, hubiera otra oportunidad, y ellos, nuevamente vivos, podrían recitar: “... descendió a los infiernos y, al tercer día, resucitó de entre los muertos...”.
     Desde La Avenida.- [2]
                                                                 ADRIÁN N. ESCUDERO

¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad! ¡Ven, Señor Jesús, a renovar todas las cosas! ¡Paz y Bien! (Y un microrrelato dedicado a los hombres de buena voluntad, a los que advierte y ama el Señor, y dedicado a mi entrañable padre de la tierra y al Papa Francisco en el día de su cumpleaños) - Respetuosa y cordialmente, Adrián N. Escudero (Santa Fe, Argentina):

Amén, Amén. Gracias Adrián Dios sepa perdonar a los hombres de buena voluntad. Elsa. 

1 comentario:

  1. Muchas gracias, dulce Elsa...

    Llevo pues a difusión y comentario dicha publicación (Microrrelato: LA AVENIDA) contemplada en tu maravilloso blog LAZOS DE ARTE Y AMISTAD.
    http://lazosdearteyamistad.blogspot.com/search/label/ADRIAN%20ESCUDERO

    Sí, Dios perdone a los hombres por sus iniquidades... No obstante, el atentado contra el Espíritu Santo no podrá ser perdonado jamás (Mt 12, 30-32). Y si "lo hecho, hecho está", como dijo Pilatos, no hay vuelta a atras, y la Blasfemia contra el Espíritu Divino es irreparable.

    La Ideología de Género y los estragos de ese movimiento para con la familia tradicional y cristiana, resultan imperdonables. Dios es bueno y misericordioso, pero también es JUSTO. Y con Él no se juega. O se junta con Él o se desparrama. Es el Creador. El autor de la vida para la Vida. Y dicha Ideología libertina exige derechos pero no menciona responsabilidades en su insensato "empoderamiento" social.

    Fuerte abrazo en la luz crística. Y bendiciones para vos y todos tus seres queridos.
    Paz y Bien.

    Adrián.-

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