En este atardecer gris de otoño y bajo una lluvia finita y suave
que se apoya en mis hombros y me acaricia camino lentamente hacia mi hogar, el dìa
de trabajo ha sido agotador, solo ansìo mis amadas pantuflas,un plato de comida
caliente y el sueño reparador despuès del beso amoroso de mis hijos.
Cruzan por mi mente pensamientos que no quisiera,intento apartarlos pero
vuelven una y otra vez.
Mi amada esposa aquella bella jovencita que atrapo mi corazòn con su
dulzura se ha ensombrecido,sus dìas son oscuros, su mirada ya no tiene la
alegrìa de otros tiempos,intento recuperarla pero su alma dolida se
resiste.
Al llegar me recibe con su mirada triste , enojada me dice cosas que no
escucho,sus quejas por la vida no deseada son interminables, mis hijos la
contemplan caminar sin rumbo por la casa sin comprender.
Han pasado los dìas y la tristeza sigue habitando mi hogar.
Esta mañana por fin el sol brilla sobre los charcos y los pinta de color
cielo es un bello dìa,el amarillo de los àrboles viste el aire de un dorado
màgico y misterioso.
-No te vayas Rey Sol entrègame tu tibieza un tiempo màs!
Y el sol en su infinita generosidad me acompaña hasta cruzar el puente
de los Enamorados, allì se despide prometiendo regresar.
Inmòvil en el umbral de la puerta espero la mirada entre enojo y
tristeza de mi amada,al abrirse me sobresaltan las campanillas que de ella
cuelgan,y de pronto un haz de luz me envuelve junto con el abrazo y el beso
càlido de la mujer que amo.
La miro sorprendido y por lo bajo timidamente pregunto que ha sucedido.
Entre làgrimas de alegrìa me cuenta que esa mañana perdida y
entristecida salio por las calles de la ciudad a la deriva y sin rumbo buscando
los trozos de su vida perdidos.
De pronto vio un grupo de personas que esperaban en un portal para
escuchar las palabras misteriosas de un forastero, la curiosidad la hizo unirse
a esa gente para oir al desconocido, quien con el amor y la alegrìa en los
labios y en su mirada les contaba la maravilla de amar cada momento de nuestros
dìas,los que se escurren de nuestras vidas sin poder detenerlos.
Les dijo que el amor que ponemos en nuestras manos al ofrecer los
alimentos que preparamos en la rutina de todos los dias llega e inunda el
corazòn de los que amamos,y que cada instante que nuestro corazòn resplandece
hace brillar el corazòn de todos.
Con la mirada de luz de aquella jovencita que conocì una tarde de verano
junto al rio me susurro:
"Salì apresurada de esa casa que me pareciò pintada de brillantes
colores y corrì hasta cansarme para llegar a nuestro hogar, en el camino busque
unas flores en la tienda de Delfina,unos chocolates para los niños en casa de
Antonio y una exquisita torta para compartir contigo"
Los niños me miraron sorprendidos y la sonrisa iluminò sus caritas de
rosas y la mia.
" Y aquì estoy ofrecièndote este corazòn renovado que comprende que
el amor que habita en èl no muere nunca y que el Dios del Universo
extiende su mano sanadora a quien la necesita"
Desde aquel dìa cada hora de nuestras vidas son agradecidas con alegrìa
y nuestras cenas compartidas con el misterioso extranjero que cada otoño nos
visita amorosamente.
Autora
Inès Gallardo Grau
P/D Que el amor y la alegria esten siempre presentes en nuestros dias,
cuando sentimos el placer del aroma de nuestros alimentos,cuando observamos
llover a traves de la ventana, cuando nos abrigamos y caminamos por las calles,
cuando leemos un libro,cuando una bella musica acompaña nuestra tarde de un
perfumado tè,cuando escuchamos de pronto un pàjaro que nos dice que allì esta
para nosotros,que la alegria esté en nuestros corazones aun en las horas de
tristeza,
Cuando....tantas cosas!!!
¡Cuántas veces en la vida familiar pasan estas cosas! Gracias Inés muy bueno.
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