Carlos I, llamado «el Grande» y más conocido como Carlomagno (en latín: Carolus Magnus; en alemán: Karl der Große; en francés: Charlemagne; ¿Herstal?, 2 de abril de 742, 747 o 748-Aquisgrán, 28 de enero de 814), fue rey de los francos desde 768 hasta su muerte, rey nominal de los lombardos (764-814) y emperador de Occidente (800-814).
Hijo del rey Pipino y de Bertrada de Laon, sucedió a su padre y correinó con su hermano, Carlomán I.
Aunque las relaciones entre ambos se tornaron tensas, la repentina
muerte de Carlomán evitó que estallara la guerra. Reforzó las amistosas
relaciones que su padre había mantenido con el papado y se convirtió en su protector tras derrotar a los lombardos en Italia. Combatió a los musulmanes que amenazaban sus posesiones en la península ibérica y trató de apoderarse del territorio, aunque tuvo que batirse en retirada y a causa de un ataque de los vascones perdió a toda su retaguardia, así como a Roldán, en el desfiladero de Roncesvalles.1 Luchó contra los pueblos eslavos. Tras una larga campaña
logró someter a los sajones, obligándolos a convertirse al cristianismo
e integrándolos en su reino; de este modo allanó el camino para el
establecimiento del Sacro Imperio Romano Germánico bajo la dinastía sajona.
Expandió los distintos reinos francos hasta transformarlos en un Imperio, al que incorporó gran parte de Europa Occidental y Central. Conquistó Italia y fue coronado Imperator Augustus por el papa León III el 25 de diciembre de 800 en Roma, gracias a la oportunidad ofrecida por la deposición de Constantino VI y lo que se consideraba la vacancia del trono imperial, ocupado por una mujer, Irene.
Estos hechos provocaron la indignación de la corte imperial, que se
negó a reconocer su pretendido título. Tras unos frustrados planes de
boda entre Carlomagno e Irene, estalló la guerra. Finalmente, en 812 Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (aunque no emperador de los romanos).
Comúnmente se ha asociado su reinado con el Renacimiento carolingio, un resurgimiento de la cultura y las artes latinas a través del Imperio carolingio, dirigido por la Iglesia católica,
que estableció una identidad europea común. Por medio de sus conquistas
en el extranjero y sus reformas internas, Carlomagno sentó las bases de
lo que sería Europa Occidental en la Edad Media. Hoy día es considerado no sólo como el fundador de las monarquías francesa y alemana, que le nombran como Carlos I, sino también como el padre de Europa. Pierre Riché escribe:
...disfrutó de un destino excepcional, y por la dirección de su
reinado, por sus conquistas, legislación y legendaria estatura, marcó
profundamente la historia de Europa Occidental.2
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