ANCIANIDAD
“La vejez no viene sola” dice el antiguo refrán.
Se bien que la
ancianidad puede traernos dolor, soledad, penas que nos lastiman y algunas
cositas más. pero también en el presente
hay cosas buenas y recuerdos de otros tiempos que nos dan felicidad.
Padre de gran
bondad, sola no quiero estar, busco yo tu compañía, que me colme de alegría y
me cubra con tu paz.
Muchas cosas
que yo hacía no las puedo hacer más, por esa ley de la vida perdemos las
energías y hay que saber aceptar esta nueva realidad, pero ganamos en cambio la
experiencia adquirida a lo largo de la vida, que nos da sabiduría para poder
discernir y así saber elegir lo que el alma necesita para llegar a gozar por
toda la eternidad de su presencia divina, junto a Jesús, José y María y las
personas queridas que un día cuando el Señor lo disponga, nos vamos a
reencontrar.
Los seguidores
de Cristo sabemos que no fue fácil el camino hacia la
cruz, y ese amor que El nos dio, a que precio lo pagó no podemos olvidar, por
eso con nuestra pequeña cruz queremos colaborar en la misión redentora que a
otros pueda salvar.
Creo que lo
esencial es conservar la fe y la esperanza, disfrutar del amor que recibimos y
el que aún podemos dar, al que lo quiera aceptar como herencia espiritual, como
regalo del cielo, que no hay nada más sublime que vivir en santidad.
Raquel Olay de
Leanza
Febrero 2018
“Refugio del
silencio y la Palabra”
Tienes razón Raquel: La vejez no viene sola, pero cuántos recuerdos hermosos nos deja si los sabemos apreciar!!!! Hermosa reflexión de una vida hermosa como la tuya y que muchos quisieran. Bendiciones amiga. Elsa
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