REVISTA ARISTOS INTERNACIONAL
ESPECIAL CORONAVIRUS
UN DOLOR UN PROPÓSITO
Elsa Lorences de Llaneza
Argentina
……Y un día salí a la calle y me encontré dentro de una
película de terror. ¿Qué era esto? Me pregunté. Siempre odié esas
películas. Jamás pude mirar ninguna y ahora no entendía como yo podía
ser protagonista de esta.
Me paré frente a un kiosco de diarios. Todos los
titulares hablaban de lo mismo: Habían declarado una pandemia mundial
por un virus muy contagioso que, iniciado en China, ya se había
desparramado por casi toda Europa atacando especialmente a Italia,
España y Francia y que a una velocidad inaudita ya estaba en Argentina y
varios países de América.
Era un virus para el cual no había vacunas, ni
remedios para combatirlo, solo el aislamiento de todos los lugares y
Argentina no quedaba exenta de ello, además de lavarnos muy bien las
manos, no tocarse la cara y rezar.
A pesar de la prohibición salí como zombi a caminar
por los alrededores y el panorama era devastador. Solamente los
supermercados y las farmacias permanecían abiertas, lo demás,
restaurantes, bares, cines, teatros etc.etc. cerrados. Por las calles no
había gente ni autos. Todos en cuarentena, tal vez con el deseo de que
al pasar y ver todo cerrado el virus siguiera de largo.
La policía en las rutas controlaban a los
irrespetuosos, confundidos o asustados que salían sin hacer caso a las
órdenes perentorias del Presidente, sin pensar que podían ser
contagiados o ellos mismos contagiar a otros y entonces eran
aprehendidos y encarcelados por miles.
Los hospitales, sin insumos y sin camas suficientes
se preparaban apresuradamente para recibir a miles de casos, armando
hospitales de campaña en Clubs, terrenos prestados por instituciones,
hoteles y en todos los lugares que se podía.
De pronto siento una voz que me dice: ¿Señora a
dónde va? Miro y era un policía que me paraba: Llorando le dije: Quiero
ir a la casa de mis hijos y nietas para abrazarlos y nunca más
separarme de ellos. – Señora: no se puede andar por la calle, vamos a
escoltarla a su domicilio, ¿Está sola? – No, está mi esposo. –Bueno
tranquilícese, a su familia no le va a pasar nada, usted tiene que estar
en su casa. – Pero, agente ¿mis nietas van a estar bien? – Sí señora
los niños son portadores, contagian pero no enferman. Mejor estar lejos
de ellas.
Mientras íbamos hacia mi casa, pasaban ambulancias,
una tras de otra y médicos con escafandras blancas que parecían
fantasmas. Con terror, con miedo le pedí al agente que pasara por una
Iglesia. El bondadoso hombre se encogió de hombros y me paró delante de
una. Bajé corriendo y corriendo llegué a la puerta y con angustia dije
¡Está Cerrada! ¿Dónde vamos a festejar la Pascua? Con paciencia el
policía me dijo: – Lo lamento Señora, este año no habrá Pascua en ningún
lugar de la tierra.
¡Oh no, Señor! ¡También nos separaron de Tí! ¡Cuánto
nos castigas Dios y tienes razón. El hombre se ha vuelto malo, vive solo
para él ¡A dejado de quererte Señor! Solo vive para matar y hacer
dinero. ¡Oh Dios perdónanos! y caí de rodillas llorando
desconsoladamente.
En ese momento una mano tomó mi hombro y sacudiéndome me decía: Abuela, abuela , que te pasa ¿Por qué lloras?
Desperté sobresaltada. Me senté en la cama y abracé a
mi nieta con todas las fuerzas de mi alma. Todo no era más que un
sueño. Una horrorosa y espantosa pesadilla y el abrazo de mi nieta me
volvió a la realidad.
.Así debería terminar mi sueño para que tuviera un
final feliz, pero no, lamentablemente no, porque se ha convertido en una
cruda realidad..
Quizá la sociedad necesitaba una sacudida asi, para
darnos cuenta de que a nivel individual no somos nada, y solo unidos
podemos superarlo ¿Cómo afectará a la sociedad todo esto? ¿Realmente
cambiaremos para el bien de la humanidad o seguiremos siendo los mismos?
Oremos para que todo esto nos haga ser mejores personas .
Elsa Lorences de Llaneza
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