“No es raro”, escribió un eminente sacerdote francés del siglo XIX, el padre Charles Arminjon,
“que las almas de los difuntos aparezcan en la vida. Una y otra vez,
Dios ha permitido estas manifestaciones, ya sea para despertar a los
vivos de sus omisiones y torpezas, o con el fin de que las almas
abandonadas pueden obtener un alivio más rápido“.
Uno de los casos más destacados, nota el
Padre Arminjon (autor de El Fin del Mundo Presente, que se centra en el más allá), fue el de
Benedicto VII, quien
durante mucho tiempo después de su muerte, supuestamente apareció al obispo de Lapree. Se dice que
Santo Tomás de Aquino vio a su hermana fallecida. Y que
San Padre Pio encontró
más almas de difuntos que de vivos. En Francia, una monja difunta
apareció a la vida y dio revelaciones que formaron un libro asombroso
llamado
Manuscrito inédito del purgatorio (que lleva el imprimatur de un cardenal, lo que indica que no es contra doctrina).
Conozca esta lista de testimonios de casos reales, un regalo de Dios para nuestro crecimiento espiritual.
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