Viernes Santo
CRUCIALES
La Cruz sitúa al cielo en su centro. Se incluyen, mutuos, y el cielo asciende desde la cruz. La cruz es cielo ascendido, paso previo de altura desde su hondura en la experiencia humana.
El cruce (cruix) de los maderos es encrucijada de caminos y elección de senderos. El madero vertical y ascendente se yergue en busca de raíz eterna y de plenitud sin ocaso: supremo éxtasis en la Luz del Siempre. El madero horizontal y expandido (el que carga Cristo sobre sus hombros, figura de su trance histórico y que comparte con Simón el Cireneo, su semejante en humanidad: ambos soportan y transportan el peso mundano) hunde su encarnadura en la dimensión escatológica, en el paisaje precario de los fines terrestres: final del verdadero comienzo. Árbol del Absoluto.
Cristo asegura a sus contemporáneos (es decir, a nosotros en el tiempo) que después de su Resurrección y Ascensión, todas las cosas serán atraídas a Él. Ascensión psíquica de la humanidad, aseveraba el padre Teilhard de Chardin hacia la cima de la historia, la Cristogénesis, la Cardiomorfosis, la transformación del corazón humano el Sagrado Corazón de Jesús. Moisés, gesto pretérito de Jesús, levanta la serpiente de bronce en el desierto; con sus brazos en alto, desde una roca del Mar Rojo, asciende el clamor de su pueblo por la liberación de su esclavitud del yugo egipcio, de la cadena crónica de los imperios y poderes humanos. Luther King, el Moisés negro, con sus brazos clamantes y mirada en el horizonte de su época divisa y entrevé la Tierra Prometida a sus ancestros que incluye a todos hombres y razas de todas las eras. El mendicante, silvestre y bucólico, Francisco de Asís asciende con sus brazos en plegaria, remos en tierra y alas en rezo, que florecen en sus estigmas del suplicio. Todo le es. Imán de Amor.
La victoria de la Cruz crece desde el pie, vence desde su raíz en la historia y desde su geología de circunstancia. Derrota a su límite y triunfa sobre su frontera en la síntesis cristocéntrica del proyecto del Reino de Dios. Mientras se hace en la inmanencia, madura hacia la trascendencia. Fruto en trance.
Jesús transfigura a la Cruz y la con-vierte de un instrumento de opresión a un instrumento de liberación. Acepta infrigirse violencia para superar la violencia del poder regimentado por el imperialismo romano y ofrecerse en sacrificio como prenda de paz. Soporta el travesaño del patíbulo, lo porta sobre su carne tributada. La primera letra del alfabeto, el Aleph se simboliza con un buey que carga un madero y que equilibra el yugo de la carga. Criatura que dona su dolor.
Herencia de carpintero, pende de una corteza que conoce, se hace carne de la sustancia de su oficio. Su corazón, flor que no cesa. Savia de los siglos.
Bosco Ortega
Excelente explicación. Muy bueno para meditar Bosco. Te felicito. Elsa Lorences.
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