PUBLICÓ LA REVISTA ARISTOS INTERNACIONAL ALICANTE - ESPAÑA. ELSA LORENCES DE LLANEZA. EFECTO PSICOLÓGICO DE LA PANDEMIA MARZO 2021
EL IMPACTO PSICOLÓGICO DEL CORONAVIRUS EN LA SOCIEDAD
Elsa Lorences de Llaneza
Argentina
(VIVENCIA)
El tema de hoy es muy complejo para
mí, dado que no soy psicóloga y llevo un año encerrada en mi casa, por
mi edad y mis enfermedades, si bien escucho en los medios de
comunicación que los médicos hablan sobre ellos como malísimos. Por lo
que voy a hablar sobre mi impacto psicológico.
Mi vida transcurría encerrada en mi
casa debido a un problema que no me dejaba caminar, entonces el
Coronavirus irrumpió en mi país. Surge un confinamiento estricto, que
se suponía corto pero que duró ocho meses. Esto cambió rotundamente mi
situación. Del silencio monacal al que estaba acostumbrada, pasamos a
los gritos, las risas, y las charlas entre mi esposo que se tuvo que
quedar en casa y mi nieta que, debido a que mi hija trabaja y la nena no
tenía clases, vino a quedarse aquí. Primer impacto psicológico. Sacarme
de mi zona de comodidad a otra que me fatigaba.
A los quince días Delfina (mi nieta
de 8 años) empezó a extrañar a su mamá a la cual veía a la distancia una
vez por semana cuando ella venía a traernos los alimentos. Las
despedidas empezaron a ser cada vez más tristes. Mi hija se iba con
lágrimas en los ojos. Mi nieta se quedaba llorando desconsoladamente y
nos costaba calmarla. No poder abrazar a los padres, hijos, nietos y
abuelos fue la cosa más desgarradora por la que nos hizo pasar esta
maldita epidemia. ¿En qué escala de impacto tendría que poner yo esta
situación? No tengo medida pero creo que en una de las mayores.
Hubo varios cumpleaños familiares en
el medio, una Pascua y una Navidad, dónde solo me vi con toda la
familia: mi hijo, mi nieta más grande, mi nuera y su mamá por video
llamada, que nunca me gustó porque cuando cortábamos me hacía sentir más
triste.
Me di cuenta que tenía daño
psicológico cuando pasé de dormir bien a no poder conciliar el sueño o
despertarme en mitad de la noche y no poder volver a dormirme. Pasé dos
días sin dormir ni una hora. Luché denodadamente por no volver a caer en
la depresión, amiga conocida y despreciada porque siempre acecha.
Sentía que psicológicamente estaba mal, pero no se podía recurrir a
ningún lado. Lo consultorios estaban cerrados y los hospitales llenos de
virus.
Me desatendieron todas mis graves
enfermedades preexistentes y el daño que me hicieron fue que ahora ya no
me importa, porque cuando se puede ir a atenderse siempre la doctora
tiene algún problema y me va dejando en el camino. Y ahora me da lo
mismo, porque no quiero salir. Ahora tengo miedo, miedo que nos han
metido en la cabeza que ya viene una cepa más rápida y más mortífera y
¿saben qué? : A la muerte no le tengo miedo por mis creencias
religiosas, pero sí tengo miedo a que alguno de mi familia se enferme y
se muera solo como está pasando ahora. Que se enferme, se lo lleven y
nunca más pueda verlo. ¿Esto es un impacto psicológico del Coronavirus?
Claro que sí. ¿Qué lo tendrá todo el mundo? Eso no puedo asegurarlo.
El Coronavirus vino a mostrarnos los
frágiles que somos. Lo malo o lo buenos que podemos llegar a ser. Y vino
para quedarse además de en los enfermos en la cantidad de indigentes
que va dejando, en la cantidad de asesinatos que nos sacuden todos los
días, en la cantidad de niños desnutridos que no pueden comer porque sus
padres no tienen el dinero suficiente para alimentarlos, en la cantidad
de gente despedida de sus trabajos, en la cantidad de niños que no van a
la escuela, en la cantidad de personas que han muerto y lo seguirán
haciendo.
El que diga que no hubo Impacto Psicológico MIENTE y seguirán muriendo porque esto, lamentablemente, todavía no terminó.
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