“La Luz del Resucitado”
(Pascuas)
Una sombra sutil se vislumbra en el cielo y una tarde quieta presagia el mañana. Mire hacia el cielo y añore mis vuelos. Aislado en mí casa, disfrutando el silencio mi alma se elevó hacia el infinito. Como en una dimensión desconocida, observe las serranías, los caminos, los paisajes, la gente, las soledades. Los picos nevados se erguían descomunales y el amarillo disco lunar se proyectaba verdoso sobre las nubes fugitivas. El orión miraba el firmamento y sobre un obscuro fondo violeta una clarísima luz resplandecía. En la negritud del espacio sideral una dialéctica de fenómenos se agrandaba. El anfiteatro universal, luce con un brillo inusitado. En el contraste del fondo negro del espacio vacío una luz misteriosa magnifica los fenómenos ópticos. Cada estrella rutila y el conjunto de luces representa millones de luciérnagas un universo estático. La vista al cielo es la contemplación del cuadro más sublime que haya matizado pintor alguno. El milagro celeste y espacial que se vislumbra desde lo alto es colosal. Es que visitar el universo es embriagarse del cielo rutilante, de fenómenos celestes unidos de manera perenne a los ciclos de la vida. La tierra que hace sombra sobre la luna o la luna que se mete entre el sol y la tierra. La “luminaria enigmática” se descuelga como una delicada estela luminosa que en su caída se convierte en miles de estrellas fugaces. Es la Luz de Cristo. Es la luz Eterna. Ante esta inmensidad el universo aparece vacío. Solo el sonido del viento perturba el silencio total. En la soledad del tiempo solamente se refleja el resplandor del mundo, como espejo de hadas sobre la luna. Ante esa irradiación colosal que no se pierde puedo entender el abismo que nos envuelve y que marcha como una rueda fulgurante hacia la eternidad. Esta perfecta, armoniosa y bella estabilidad que compone el universo, representa sin duda lo inmutable que ya está entre nosotros. Este orden perfecto, que responde a un plan eterno es el milagro que hoy sucede. EL ETERNO esta entre nosotros para dar paz perpetua a un mundo confundido. ¿Aquí está el "hombre nuevo"? ¿Aquí está la eternidad? ¿Aquí está la creación? Ahora, más que nunca, me postraré. Me arrodillare, como lo hizo Tomás cuando, reconociendo su divinidad exclamaba ¡Señor mío y Dios mío! Me hincaré como Pedro cuando le confesaba por Hijo de Dios; Me acostare ante sus pies como Magdalena, o como se arrodillaban rengos, leprosos y cieguitos a quienes TÚ curabas. Así en este día sagrado y eterno de Pascuas de resurrección me postró de hinojos ante mi Tata Dios al igual que haría si corrieras el velo del Sacramento y pudiera verte cara a cara.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
#Argentina Tucumán #España
Muy bueno Doctor. Felices Pascuas en compañía de todos los suyos. Mil bendiciones. Elsa Lorences.
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