Lo
vi agazapado entre los espesos matorrales, solo se distinguían sus
bellos ojos que irradiaban un brillo fantasmal iluminando la noche.
En un intento desesperado apreté el arma contra mi pecho presintiendo el ataque, y entonces la tormenta indomable desató su furia, tensó los músculos de su bello cuerpo atigrado y comenzó a
moverse con lentitud, me miraba desafiante seguro de su poder devastador.
De
pronto un sonido gutural salió de su garganta, brillaron sus poderosos
dientes a la luz de una luna que huyó temerosa detrás de las
nubes.
En
unos interminables segundos sentí peligrosamente cerca su respiración,
su aliento de hambre invadió el lugar, cerré los ojos y en un grito
ahogado y desesperado que se perdió en mi garganta pedí
protección a los dioses, cuando los abrí lo vi alejarse
silenciosamente, y antes de perderse en la espesura verde donde reinaba,
giró su majestuosa e imponente cabeza y me miró emitiendo un sordo
sonido que ahuyentó a los pájaros cercanos y enamoró a los dioses.
Un sol de fuego en el rojizo horizonte del amanecer y un canto lejano me devolvieron al mundo.
Autora
Ines Gallardo Grau
Escalofrío, Inés, Escalofrío lo que me dio al leer tu microrrelato. Muy bueno.
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