Me conmueve verte tan erguida
hermosa rosa, al final de tus días
y a pesar de estar descolorida
sigue siendo tu perfume una caricia.
Y te yergues segura de ser digna
del elogio del que te dio la vida
y de haberte dado "entera"...¡y de estar
viva!,
de haber cumplido tu misión con dicha.
¡Cuánto me enseñas a mí, que me
averguenzo
de mis arrugas, mis canas y mis años!
pues la belleza que luces hoy, supera
aquélla que al cortarte he
disfrutado...
porque es la misma belleza de la vela
que dando luz y calor se va gastando,
porque es aquélla que a la muerte
vence
y sobrevive en todo lo entregado...
y como el tierno amor de un ser humano
que da sentido a su breve existencia
y más allá de élla sigue estando
en lo que gracias a él se ha
despertado.
Susana Mirta Piñeiro de
Valli
Plottier (Prov. del
Neuquén)
Nunca se me hubiera ocurrido compararme a una rosa Susana. Muy bueno.
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