Ella caminaba
erguida
bajo el sol de
mediodía
y yo me puse a su
lado.
No sé por qué. Me
atraía.
Tal vez fuese su
mirada
o por cómo sonreía
que sentí que me
habitaba,
y que su paz era
mía.
Quizá fue por su
sonrisa,
o lo que en su
mirada había,
que no pregunté su
nombre
sólo cedí a su
armonía.
Yendo con paso muy
lento
en su tierna
compañía,
viví el amor que
irradiaba,
ví la luz que la
envolvía.
El sol dibujaba
pájaros,
el tiempo se
detenía
y un brillo de
luna nueva
puerta al ocaso le
abría.
Recién cuando se
alejaba
y en la tarde se
perdía
su voz perfumó el
paisaje
a modo de
despedida.
Cubriendo de oro y
de plata
el cielo de su
partida,
en un silencio que
hablaba
de una caricia
escondida
pude oír que me
confiaba
lo que yo ya
presentía:
“Sí, hija, yo soy
tu Madre,
mi niña, yo soy
María.”
María de las
Mercedes
EN EL DÍA DE LA ASUNCIÓN, MI HUMILDE HOMENAJE A NUESTRA MADRE DEL CIELO. BESOS. POMONA.
Uno camina siempre en su compañía, pero solamente cuando lee estas cosas bellas es como que realmente lo reconoce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario