Mónica iba a la iglesia cada día y soportó con paciencia el adulterio y los cóleras de su marido. Se ganó el afecto de su suegra en poco tiempo e incluso convirtió a Patricio al cristianismo y calmó su violencia. Mónica tuvo tres hijos. Uno de ellos fue San Agustín, que le dio muchas alegrías por sus éxitos en los estudios, pero también la hizo sufrir por su vida descarriada. Mónica envió a Agustín al obispo para que lo convenciera de sus errores, pero el obispo le aconsejó a Mónica que siguiera rezando por su hijo, diciéndole "no se perderá el hijo de tantas lágrimas".
A la edad de 28 años, Agustín acogió la gracia de Dios y se convirtió al cristianismo y recibió el bautismo. Mónica se reunió con él al morir Patricio. Cuando Agustín se preparaba para partir a África, Mónica murió en Ostia, Italia.
Santa Mónica es puesta por la Iglesia como ejemplo de mujer cristiana, de piedad y bondad probadas, madre abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aún bajo las circunstancias más adversas. Mónica, la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.
Santa Mónica: Te pedimos con humildad que intercedas por nuestros hijos, para que sigan el camino recto que nos señala Jesús. AMÉN
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