Hace unos años fuimos con mi esposo a la Feria del Libro en Palermo (Argentina).
Era en la semana que se recordaba al General San Martín por su fallecimiento. Los vi custodiando la puerta de entrada del Pabellón de atrás. Sentí mucha emoción. Me pueden los granaderos de San Martín. Me puede la figura y la vida de San Martín. Pensé que, para ser granadero, hay que quererlo mucho. No es fácil su vida y tuve un impulso. Me separé de mi esposo y fui a felicitarlos. Fueron tan amables que sentí necesidad de pedirles una foto. Se colocaron uno a cada lado de mi persona y me dijeron que sí. Mi esposo me sacó la foto con ojos asombrados. En un primer momento me había querido detener, pero mi impulso fue más fuerte que su razonamiento.
Hoy a lo largo de tanto tiempo miro la fotografía y me veo feliz, casi, casi, sacando pecho. Orgullosa de ser argentina a pesar de todo, a pesar de muchos. Que las máximas que San Martín escribió para su hija sean la guía para mis nietas y para tantos niños en el país que, en estos momentos, están desorientados. Que volvamos a ser la ARGENTINA con mayúscula que supimos ser para todos los que la amamos.
Elsa Lorences de Llaneza
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