“Natividad de
María Santísima”
-Síntesis de las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick-
¡Qué alegría tan grande hay en toda la naturaleza! Oigo cantar a
los pajaritos, veo a los corderitos y cabritos saltar de alegría, y a las
palomas rondar en bandadas de un lado a otro con inusitado alborozo, allí donde
estuvo antes la casa de Ana.
LA NATIVIDAD DE MARÍA EN EL ORBE
En el instante en que la pequeña María se hallaba en los brazos de
Santa Ana, la vi en el cielo presentada ante la Santísima Trinidad y saludada
con júbilo por todos los coros celestiales. Entendí que le fueron manifestados
de modo sobrenatural todas sus alegrías, sus dolores y su futuro destino. María
recibió el conocimiento de los más profundos misterios, guardando, sin embargo,
su inocencia y candor de niña. Nosotros no podemos comprender la ciencia que le
fue dada, porque la nuestra tiene su origen en el árbol fatal del Paraíso
terrenal. Ella conoció todo esto como el niño conoce el seno de la madre donde
debe buscar su alimento. Cuando terminó la contemplación en la cual vi a la
niña María en el cielo, instruida por la gracia divina, por primera vez pude
verla llorar. Vi anunciado el nacimiento de María en el Limbo a los santos
Patriarcas en el mismo momento penetrados de alegría inexplicable, porque se
había cumplido la promesa hecha en el Paraíso. Supe también que hubo un
progreso en el estado de gracia de los Patriarcas: su morada se hacía más
clara, más amplia y adquirían mayor influencia sobre las cosas que acontecían
en el mundo. Era como si todos sus trabajos, todas sus penitencias de su vida,
todos sus combates, sus oraciones y sus ansias hubiesen llegado, por decirlo
así, a su completa madurez produciendo frutos de paz y de gracia. Observé un
gran movimiento de alegría en toda la naturaleza al nacimiento de María; en los
animales, y en el corazón de los hombres de bien; y oí armoniosos cantos por
doquier. Quedé muy contenta de haber visto al anciano Simeón. Vi también a la
profetisa Ana y a Noemí, hermana de la madre de Lázaro, que habitaba en el
templo y fue más tarde la maestra de la niña María. Fueron despertadas y se
enteraron, por medio de visiones, de que había nacido una criatura de
predilección. Se reunieron y se comunicaron unas a otras las cosas que acababan
de saber. Creo que ellas conocían ya a Santa Ana.
ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE MARÍA VIRGEN
En el país de los Reyes Magos mujeres videntes tuvieron visiones
del nacimiento de la Santísima Virgen. Ellas decían a los sacerdotes que había
nacido una Virgen, para saludar a la cual habían bajado muchos espíritus del
cielo; que otros espíritus malignos se lamentaban de ello. También los Reyes
Magos, que observaban los astros, vieron figuras y representaciones del
acontecimiento. En Egipto, la misma noche del nacimiento de María, fue arrojado
del templo un ídolo y echado a las aguas del mar. Otro ídolo cayó de su
pedestal y se deshizo en pedazos. Llegaron más tarde a casa de Ana varios
parientes de Joaquín que acudían desde el valle de Zabulón y algunos siervos
que habían estado lejos. A todos les fue mostrada la niña María. En casa se
preparó una comida para los visitantes. Más tarde concurrieron muchas gentes
para ver a la niña María, de modo que fue sacada de su cuna y puesta en sitio
elevado, como sobre un caballete, en la parte anterior de la casa. Estaba sobre
lienzos colorados y blancos por encima, fajada con lienzos colorados y blancos
transparentes hasta debajo de los bracitos. Sus cabellos eran rubios y rizados.
He visto después a María Cleofás, la hija de María Helí y de Cleofás, nieta de
Ana, de algunos años, jugar con María y besarla. Era María Cleofás una niña
fuerte y robusta, tenía un vestidito sin mangas, con bordes colorados y adornos
de rojas manzanas bordadas. En los brazos descubiertos llevaba coronitas
blancas que parecían de seda, lana o plumas. La niña María tenía también un
velo transparente alrededor del cuello. “María Niña”
ruega por Nosotros y libra al Mundo de esta pandemia.
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