“Día
del Abogado”
“Tenemos suelo hace más de tres siglos, y
solo tenemos patria desde 1810”
El origen histórico del término “abogado” tiene sus
raíces en la voz latina “advocatus” y
en el verbo “advocare” que
significa llamar. Siendo
el abogado aquel que está llamado a representar a otro, a asumir su defensa y proteger
sus intereses. Cuando un abogado asume la representación
profesional de un cliente tiene el deber de realizar su labor con diligencia y
responsabilidad, empleando para ello su conocimiento y habilidad en beneficio
de su representado, sin que esto llegue a significar ni justifique de modo
alguno el uso de cualquier medio para que su causa resulte ser la
vencedora. El desempeño del
abogado debe enmarcarse dentro de la ley, esencialmente en su
espíritu y los propósitos que la originaron. Es indispensable que el abogado tenga plena conciencia de la
importancia de su labor, como
guardianes de la equidad y la justicia. Es que sobre el abogado recae
el peso de propiciar y mantener un sistema de justicia eficaz y
confiable, “ser instrumentos de hacer justicia”. Su labor se prioriza por ser la que se adentra en el ámbito de la
justicia, de aquella justicia que más que ciencia de las leyes y de su
aplicación es virtud, y nada menos que una de las virtudes cardinales. De
aquella justicia que se hermana con la equidad, sujeta a la ley natural antes
que a las leyes de los legisladores. De aquella justicia que equivale a
rectitud, en cuanto a que es observación y fiel cumplimiento de las leyes
morales. La justicia tiene, aún hoy
con una grave crisis, no solo la función de dar a cada uno lo suyo sino también
la de deshacer entuertos, y eso es lo que impulsa el ánimo del abogado. Por eso un enorme abrazo en su día a pesar
de estos tiempos aciagos y de enormes dificultades a todos los abogados que no
debemos olvidar los que nos enseñó Juan
Bautista Alberdi al decir a nuestro pueblo que la patria no es el suelo. Que tenemos suelo hace más de tres siglos,
y solo tenemos patria desde 1810. La patria es la libertad, es el orden, la
riqueza, la civilización organizados en el suelo nativo bajo su enseña. Es por
eso no debemos olvidar el papel y
actuación de las universidades. El estudiante no puede ser un
importe o tasación
económica sino una
esperanza y promisión de producción jurídica, sustentando
y manteniendo las máximas y fundamentos básicos de la ética y la moral. Pensamiento y ponderación también apuntada y orientada a quienes cumplen
una función jurisdiccional. Su doble
misión de abogados y magistrados es aún más puntillosa e inefable que las
demás. Es por ello que nunca debemos olvidarnos los fundamentos, raíces y orígenes
de nuestros principios alberdianos. En américa latina es muy conocido el famoso “decálogo del abogado”, redactado
por el eminente jurista uruguayo
Eduardo Couture, que nos indica con esmerada precisión en algunas de sus
frases que la abogacía es una ardua
fatiga puesta al servicio de las causas justas. Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia
humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como
sustitutivo bondadoso de la justicia. Y sobre todo, ten fe en la libertad, sin
la cual no hay derecho, ni justicia ni paz. Feliz día
del Abogado.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
Feliz día Doctor. Un poco atrasado. Pero el cariño no se pierde y el recuerdo tampoco. Bendiciones.
Elsa Lorences de Llaneza.
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