“El
Cristo”
Mis facultades de bilocación están floreciendo o aflorando a través de voces o mensajes. Hace un tiempo que me siento delante del artefacto rectangular y entro en un trance poco común. El letargo o ensueño me transporta a lugares sorprendentes, inexplicables a veces por extravagantes y misteriosos. Lo he podido compartir a través de mis últimos escritos. Esta vez estoy despierto. Recuerdo mi sueño con asombrosa naturalidad. Se habían apagado las luces del enorme jardín. Una aurora llenísima campeaba en medio del cielo. Observo que el claro de luna acrecentada por su reflejo en el Cristo me permitía escribir. No exagero. La noche era esplendorosa, majestuosa, imponente. Tomando un papel de los que siempre llevo a mano, escribo sobre él con un azul nítido de birome. Esta Noche de silencio inaudito, me invita a escribir una poesía/esta tenue y callada claridad /Las musas desde el aire me persiguen, /me invitan a celebrar / ¿Será acaso que el genio de poeta / vibra en el alma inmortal, / o nace en un cielo reluciente / que irradia luminosidad? / Un Cristo gigantesco y silencioso / mira hacia la ciudad. / Y sabe de las almas que hacía Él vienen, / y sabe de las almas que se van. / Los árboles del parque lo circundan. / El río sigue su cauce natural. / Y es Cristo, en dimensión de coloso, / quien vela sobre la ciudad” Mi mano se movía caprichosamente y seguía serpenteando en círculos aferrada a la frágil lapicera. Recuerdo un árbol maravilloso levantarse en lo alto. Sus colores resplandecían como alas de mariposas con indescriptible pureza. Escuche decir… “La luz es todo y sin luz es nada”. Lo que mire era a “El” adornado con vestiduras y cubierto de oro. Era el Árbol de la victoria convertido en crucifijo que giraba gozosamente en oscilaciones fantásticas, extraordinarias. Era el Árbol de la Cruz que mudaba de colores. Su corteza humedecida con sangre y a su vez ornada de tesoros. La oscuridad con sus nubes cubrió todo el parque. El divino resplandor como una sombra paso sobre mi cabeza. No era la cruz del malvado. Era la cruz del amor que reflejado en la reliquia beatifica volvía a centellar a la gran ciudad, al mundo todo. Cristo Sálvanos. Tata Dios Escúchanos.
Dr. Jorge Bernabé
Lobo Aragón
#Tucumán
#Argentina #España
Mil gracias Dr. Jorge por colaborar con el Blog. Mil bendiciones. Cuídese.
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