MEDITACIÓN PERSONAL DEL VÍA
CRUCIS
Por María Graciela Romero
Sosa
No estuve allí para gritar con valentía tu inocencia,
ni para ayudarte a cargar tu Cruz, mi cruz,
no te pude levantar en tus tres caídas,
ni curar tus heridas,
ni abrazarte junto a María en el doloroso encuentro,
no tuve la fuerza de Cireneo,
ni el valor de la
Verónica.
Quisiera haber llorado con las mujeres que consolaste,
cubrirte en el despojo,
tapar mis oídos para no escuchar
martillar los clavos en tus Manos y Pies Santos.
Acompañarte junto a tu Madre y
a Juan al pie de la Cruz,
calmar la sed de tu agonía,
sentir tu último suspiro,
junto a María sostener tu Cuerpo yaciente
y dejarte descansar en el
sepulcro
esperando tu Resurrección.
No estuve en esos momentos, Señor. Sin embargo me consuelas
diciéndome que aún estoy a tiempo; que cada vez que hago todo
esto con alguno de mis hermanos lo estoy haciendo contigo.
¡Cuánta dulzura! ¡Cuánta paz y comprensión me das!
¡Gracias Señor!
María Graciela Romero Sosa
Hermosa meditación María Graciela. Mil gracias. Bendiciones.
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