LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Llegada la hora de la
partida
te despides de todos
y de todo
con la promesa de un
regreso pronto.
Nos dejas la tarea de
imitarte,
de enseñar tus
palabras,
de querer al hermano,
de ayudar al caído
y que el Reino de
Dios
volverá contigo.
Nos dejas la
esperanza
del encuentro soñado,
del abrazo fraterno
siempre tan esperado.
Me cuesta este
despegue Señor
yo te quiero conmigo.
Pero mientras no
llega el tiempo
cumpliré mi promesa
y seguiré orando
para que pronto pueda
encontrarme a tu
lado.
Elsa Lorences de
Llaneza
Publicado en la Liturgia Cotidiana
Mayo 2015
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