SEÑOR
PIEDAD
Hace más de dos mil años
que te clavé en un madero,
tu culpa era tu amor
Y tu cariño sincero.
Clavé también a tu madre,
dagas en el corazón,
no había ningún motivo,
ninguna era la razón.
Han pasado dos mil años
y yo te sigo clavando
sin importarme el dolor
sin importarme hasta cuándo.
Hoy otra vez con la guerra,
con el hambre de los niños,
con el olor a la muerte
con el odio y la miseria.
¿Por qué Señor no aprendemos
con los hombres a querernos
y levantar un altar
en dónde todos nosotros
podamos darnos la Paz?
¿Por qué Señor este odio
que destruye a nuestros niños,
las familias y las casas
y a tu Madre, pobrecita,
seguimos clavando dagas?
¿Por qué Señor no levantas
Tu mano toda llagada
e iluminas nuestras almas
para que esto no pasara?
¿De qué barro nos hiciste
SEÑOR
que no respetamos nada?
¿De qué barro nos hiciste
que ya no tenemos alma?
Si tan solo tú quisieras
iluminar nuestras almas,
tal vez tu Madre Bendita
alguna vez descansara
y tus dolorosas llagas
sin duda cicatrizaran.
¿Por qué no bajas Señor
e iluminas nuestras almas,
para que el odio en el mundo
El AMOR lo terminara?
Elsa Lorences de Llaneza
Publicado en la Liturgia Cotidiana
Agosto 2014
Como verán a pesar de los años que pasaron desde que escribí este poema, nada ha cambiado. Elsa.
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