sábado, 22 de agosto de 2015

POEMA. Eduardo Martínez Zendejas. ACUSOME PADRE

Acúsome padre de que he pecado,

redención que nos guarda en las falsas quimeras

de la justicia insana, penitencia serena.

Acudimos al hombre para lavar la culpa,

porque en el hombre vemos, motivo de disculpa,

o al pecador creyente con báculo divino,

perdonador consciente del oscuro camino;

y a diario caminamos, devenir del destino,

transcurrir de los tiempos, latir de mil misterios, y…



“Acúsome padre porque he pecado”



¡Qué pequeña es la frase! Que oscuro empeño toca

por ocultar sapiente toda esta vida loca,

redención  que te envuelve entre falsas quimeras,

porque esta confesión, no reporta siquiera

esas medias verdades, que el hombre vive y pena.

La justicia más sana, yo sé que es la divina,

que ha de limpiar de fango el alma antaño buena

y el traje tan manchado, del fuego de la hoguera,

y tantas tentaciones que nos agobian plenas;

de esos siete pecados, tentadoras estrellas

que te hacen sentir vivo, y no cuestionas siquiera.



¡Qué camino anchuroso nos ofrece la vida!

Y no pensamos que el mismo nos llevará de prisa

al amargo momento,  de pecar en la vida,

¿Y aquel camino angosto de escarpadas laderas?

Que cuesta mil esfuerzos, que te obliga deberás

a esforzarte por siempre,  ¡Ese camino, pesa!

Más si en el tocaras la magia de lameta, encontraras sin duda

el premio a tu insistencia, ¡La paz eterna hermano!

Y la clara presencia de Dios en ti encarnado.

El pecado es un gesto que conjuga sin ver

todos los sinsabores de una vida sin fe,

y todas las agonías de ser y no tener,



“Acúsame padre porque ha pecado”

Metáfora que reza con melodiosa voz

que estoy equivocado, que mi padre no es hombre,

¡Yo soy hijo de Dios! Y este cuerpo encarnado

solo pretexto es, para acercar su esencia

a nuestra vida frágil y a nuestra inmadurez.

Si en tu camino pesa con máscara de miel,

seducción inclemente del pecado de fe,

acércate al divino, y confiésaselo a Él,

que tus debilidades y la esencia en tu ser,

tan solo es la de un hombre, que imperfecto es.


Eduardo Martinez Zendejas

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