Acúsome padre de que he pecado,
redención que nos guarda en las falsas
quimeras
de la justicia insana, penitencia serena.
Acudimos al hombre para lavar la culpa,
porque en el hombre vemos, motivo de
disculpa,
o al pecador creyente con báculo divino,
perdonador consciente del oscuro camino;
y a diario caminamos, devenir del destino,
transcurrir de los tiempos, latir de mil
misterios, y…
“Acúsome padre porque he pecado”
¡Qué pequeña es la frase! Que oscuro empeño
toca
por ocultar sapiente toda esta vida loca,
redención
que te envuelve entre falsas quimeras,
porque esta confesión, no reporta siquiera
esas medias verdades, que el hombre vive y
pena.
La justicia más sana, yo sé que es la
divina,
que ha de limpiar de fango el alma antaño
buena
y el traje tan manchado, del fuego de la
hoguera,
y tantas tentaciones que nos agobian
plenas;
de esos siete pecados, tentadoras estrellas
que te hacen sentir vivo, y no cuestionas
siquiera.
¡Qué camino anchuroso nos ofrece la vida!
Y no pensamos que el mismo nos llevará de
prisa
al amargo momento, de pecar en la vida,
¿Y aquel camino angosto de escarpadas
laderas?
Que cuesta mil esfuerzos, que te obliga deberás
a esforzarte por siempre, ¡Ese camino, pesa!
Más si en el tocaras la magia de lameta,
encontraras sin duda
el premio a tu insistencia, ¡La paz eterna
hermano!
Y la clara presencia de Dios en ti
encarnado.
El pecado es un gesto que conjuga sin ver
todos los sinsabores de una vida sin fe,
y todas las agonías de ser y no tener,
“Acúsame padre porque ha pecado”
que estoy equivocado, que mi padre no es
hombre,
¡Yo soy hijo de Dios! Y este cuerpo
encarnado
solo pretexto es, para acercar su esencia
a nuestra vida frágil y a nuestra inmadurez.
Si en tu camino pesa con máscara de miel,
seducción inclemente del pecado de fe,
acércate al divino, y confiésaselo a Él,
que tus debilidades y la esencia en tu ser,
tan solo es la de un hombre, que imperfecto
es.
Eduardo Martinez Zendejas
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