Te
llamabas Aída Rosa.
Rosa
como esa hermosa flor
que
papá cultivaba con tanto amor
quizá
porque su nombre era el tuyo
Tu
hermosura la igualaba,
tu
alma era más bella todavía.
Y
el amor que se profesaban tu y papá
Y se prolongaba a nosotras, sus hijas,
nos
fue enseñando lo que es el amor.
¡Cuánto
sufriste mamita querida!
En
la despedida, cuando papá
se
dio cuenta que debía partir,
se
despidió de ti con un: “Debo irme,
donde
voy debo estar de blanco”
No
querías entender lo dicho pero…
el
te dejo con las niñas.
“Ya
he plantado mis arbolitos
quedan
contigo, y los nietos serán tu sol”
No
necesitaste más...
Tu
temple mamita, fue una enseñanza
como
cuando ya enferma con cáncer
me
dijiste “No quiero quedar pelada”
y
yo te aseguré que no quedarías y así fue.
Veo
todavía tu mirada de amor
cuando
te diste cuenta que también tú partías.
conversando,
riendo y mirándonos
desde
allí para proteger a tus hijas y nietos.
TE
AMO MAMÁ
Aída
Martha Castelán
Una hermosa declaración de Amor a tu madre Aída. Gracias.
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