En
noviembre de 1884 se celebró en Chicago un congreso en el que se propuso que a
partir del 1º de mayo de 1886 la
jornada laboral sería de 8 horas; en
caso contrario se iría a la huelga.
En 1886, el Presidente Johnson de
los Estados Unidos de Norteamérica, promulgó la ley estableciendo las 8 horas
de trabajo diarias. Pero esta ley no se cumplió y entonces los obreros se
organizaron y paralizaron el país haciendo innumerables huelgas, algunas con
represión e incidentes trágicos. Como reivindicación de estos incidentes, en
julio de 1889 se instituyó el 1° de Mayo
de todos los años como Día Internacional del Trabajador.
En
la actualidad, casi todos los países del mundo lo festejan. En 1954, la Iglesia
católica, por decisión del Papa Pío XII,
se declaró ese día como festividad de San
José obrero, en apoyo a la conmemoración. Durante el siglo XX la aceptación
de los reclamos laborales se fueron aceptando en todo el mundo con leyes que
otorgaron a los trabajadores derechos, retribución y amparo social.
En
la República Argentina se promulgó la ley de jornada laboral de 8 horas, la del
descanso dominical, la de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales,
etc.
No hay trabajo pequeño, ni más importante que otro. Nosotros damos personalidad al trabajo de cada día; es nuestro pequeño acto de amor para con el prójimo y para con nosotros mismos.
¡Feliz día, amigos... y que nunca nos falte el trabajo digno y honrado!
No hay trabajo pequeño, ni más importante que otro. Nosotros damos personalidad al trabajo de cada día; es nuestro pequeño acto de amor para con el prójimo y para con nosotros mismos.
¡Feliz día, amigos... y que nunca nos falte el trabajo digno y honrado!
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