“MI NAVIDAD EN BILOCACIÓN”
Asenté mis dedos sobre el teclado de la computadora medio alicaído, tal vez descorazonado por lo que sucede en nuestro país y el mundo, con delirantes y paranoicos que tratan al planeta como si fuera una cascara de nuez. Mis facultades de bilocación o desdoblamientos se van evaporando ante la sensación de desaliento que me aprieta. Meditaba, si tenía sentido, seguir escribiendo con el propósito de sembrar, ante una realidad delirante, en un mundo azaroso y afligido. Solamente basta con leer los titulares de los diarios o noticias y vemos un escenario de inseguridad en todo el orbe, sumado a una pandemia que rebrota en el planeta. Tal vez nuestros hijos o nietos tengan razón y los que estamos más allá de los sesenta seamos arcaicos o vetustos. Vaya uno a saber. Es indudable que me estoy haciendo viejo rezongón. Pero siempre, está presente Tata Dios que me tira una soga. Estaba volando nuevamente. Después de desdoblarme y posar mi cuerpo sideral en mí nido cósmico, observé a Don Cristóbal, el Almirante. Se mostraba entusiasmado, ante fascinante mundo que había descubierto. Con pasos cortos y marciales, admiraba los enormes atractivos que lo rodeaba. Estaba en una isla, a la que llamó de las Tortugas. Un valle paradisiaco en su esplendor y fertilidad. Sus Carabelas se encontraban enclavadas en un viejo muelle, con los tirantes astillados que marcaban los años. Era una mañana del 24 de diciembre del año 1492. Salen con premura hacia las tierras del cacique Guacanagari. No hay viento, las velas no se hinchan, las galeras están como quietas desplazándose plácidamente. El Almirante, a pesar de ser hombre muy atento y vigilante, aburrido de ver la mar tan sosegada, a las once de la noche se va a dormir. Aprovechando que el jefe duerme, el timonel le da la pértiga a un muchacho y sale también en busca de su descanso. La primera Nochebuena de los Cristianos en América transcurría plácida y monótona. El muchacho del timón también se duerme como un chiquillo y la carabela cae en una correntada que la empuja sobre un banco de arena. Despiertan, sobresaltados y no atinan con las maniobras adecuadas. La Santa María se hunde. ¡Caramba, el Almirante tenía prohibido entregar el timón a los muchachos! ¡Qué barbaridad! Pero, la Niña, está cerca y la costa también. Se salvan todos y recuperan los restos de la nave. Don Cristóbal ve que este contratiempo en realidad es beneficioso, no hay mal que por bien no venga. Con los restos de la Santa María el 26 de diciembre de 1492 construyen un fuerte, el que será el primer establecimiento cristiano en el lado de este nuevo mundo. De nombre le ponen NAVIDAD. Inesperado, valiente, estoico, treinta y nueve españoles están dispuestos a quedarse, hasta que el Jefe vuelva a España. Seguramente aprenderán la lengua. La exploraran. Averiguarán sobre la corte del Gran Khan. Buscarán oro. Gozarán del apacible clima del Caribe, con sabrosas frutas al alcance de la mano y playas soleadas que invitan a la indolencia. Pasan la Nochebuena durmiendo. Es claro, Nochebuena se festejaba en Navidad, no en su víspera. Los sacerdotes estaban autorizados a decir tres misas ese día. Una apenas, pasada medianoche, que celebraba el nacimiento temporal de Jesús en Belén. La segunda, del Gallo, que se decía en la aurora y solemnizaba el nacimiento de Jesucristo en el corazón de fieles y la tercera, ya con el día claro, el homenaje al nacimiento del Verbo en el seno del Padre. De manera que es muy natural que el Almirante y su gente durmieran como benditos su primera Navidad en estas tierras. Los indios y quien escribe, todavía no habíamos aprendido a cultivarnos con las bailantas con guarachas y cuartetazos. No existían los cohetes. Tampoco conocíamos de previa. Pero, les puedo adelantar que saboreamos con mis amigos indios, exquisitas comidas naturales, no el día de Navidad, sino en su víspera y en el FUERTE DE NAVIDAD.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
#Argentina#Tucuman#España
Una historia no conocida por mí. Se la agradezco Doctor. La Navidad ya pasó pero tengo muchos trabajos suyos que iré subiendo a pesar de que haya pasado la fecha. Muy buen año 2021 Elsa Lorences de Llaneza.
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