NATIVIDAD
de Matías Bonora Berenguer
Se diluye un calendario
en el umbral de su terminal ciclo.
Y los días caídos
son hojas de vida, bitácoras
derramadas
en el viento de instantes
y estertores de meses
sin mandato ni imperio;
finalmente se alejan
caducados de sombras
y despedidas.
Crepusculares momentos
abrigan el alma
que espira
al pie de la llama.
Espera la albura
en la soledad del ruego
que nada entre oraciones,
en la terminal madrugada
del año tendido.
Una constelación titila
sin fronteras,
destellos aislados,
tapizan las vacías ciudades
de fulgores en vela
y enlazan las ventanas,
que besan la noche
en su lenta paciencia.
Una llama, diminuta en su cera,
abriga el pesebre
de yeso y paja,
adorno humilde que ilumina
los rostros que allí se posan
y, sin saberlo,
los solitarios se forjan
en un mismo fuego
de aliento y verbo.
Las miradas se buscan
con los vidrios de testigos.
Los patios y las vacías aceras
acarician la brisa
de un cambio que perfuma
desde el solsticio que siempre arriba.
Natividad de las ánimas
que asoma tímida
y crece tras las lágrimas
de un tiempo que alojó orfandades
de hospitales y flores.
Distanciados,
asoma el abrazo
desde una mismidad
que se abre
¡Y somos milagro!
Crepusculares sobrevivientes
en el eco de una existencia
que se expande en su misterio.
Abrevamos del pesebre,
soberanía de lo simple.
Pesebre de vida,
descifrado mensaje
que nos alumbra
en un salto de milenios.
Un pesebre, una infancia
que nos llama
y es artesa, sempiterna,
que nos sustenta con el encanto
de una fe que amanece…
Y respira.
Matías Bonora Berenguer
Buenos Aires, Diciembre de 2020.
Muchísimas gracias Matías. Hermoso poema Publicado en Aristos Internacional. Un regalo para el Blog. Bendiciones y buen año. Elsa Lorences de Llaneza.
Profundo y bello Matías..
ResponderEliminarGracias
Hermoso Matías!!
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