PUBLICACIÓN: LOS REYES MAGOS (VIVENCIAS) REVISTA ARISTOS INTERNACIONAL ENERO 2021 ELSA LORENCES DE LLANEZA
LOS TRES REYES MAGOS
Elsa Lorences de Llaneza
-Argentina.
(VIVENCIAS)
¡Cuántos recuerdos me trae el tema de este mes!
Recuerdos agridulces porque soy de esa época en que los padres, por ver
nuestra alegría, nos iban engañando por muchos años y sin medir las
consecuencias, con la cigüeña, los Reyes y otros recuerdos que todavía
duelen. Con Papá Noel no me engañaron porque, si bien no voy a decir que
soy vieja, porque viejos son los trapos, como dice mi hijo, digamos
que soy añosa y por aquellos tiempos Papá Noel no existía.
Recuerdo que para mí la fiesta verdadera era el 5 de
Enero mientras preparaba las cosas. Ya había entregado la cartita para
los Reyes pidiendo “lo que pudieran traerme”, lo pienso y me emociono.
¿Adónde iría a parar esa cartita? Nunca lo pregunté y ya sabrán el por
qué.
El 5 de Enero con mis padres poníamos la mesa en el
patio con 3 vasos y una jarra de agua. Vino no, porque yo pensaba que si
le poníamos vino se podían caer del camello. En una plato unas
galletitas porque llegarían con hambre. Ahora pienso que en la intimidad
mis padres lo habrán conversado y se habrán reído bastante de mi
estupidez.
Ese mismo día mi madre y yo íbamos al verdulero y le
pedíamos pasto para los camellos, el cual colocaba prolijamente sobre
papel en el suelo y un tacho de agua a su lado: “¡Vendrán tan sedientos
mamá. Tanto caminar!” Una vez cenada rápido a la cama a dormir porque si
me encontraban despierta se enojaban y no dejaban nada.
Así hasta los 9 años. Pero claro, todos los engaños algún día se destapan y los dolores también.
El año anterior, cerca del fin de curso, una
compañerita me dijo: ¿Sabes Elsa que los Reyes no existen? – ¿Cómo que
no existen? – Pregunté yo azorada. – — ¡Noooo! Continuó mi amiga, Son
los padres. Ellos disimulan que son los Reyes pero son todas mentiras.
Me fui caminando las cuatro cuadras que me separaban
de mi casa con las lágrimas que me caían por las mejillas. Seguro
pensarán que llegué a mi casa he hice la gran batahola, pero no, como si
nada. Sufrí esperando el 5 de Enero. Escribí la carta, puse el pasto,
los vasos, el agua y los zapatos, herramienta primordial de una noche de
Reyes.
No dije nada a pesar del dolor tan hondo que tenía en
el corazón. Me acosté, cerré los ojos y me hice la dormida. Me estoy
viendo. Son dolores que quedan para siempre.
Mi padre tenía una Pizzería y regresaba de madrugada
todos los días. Me quedé quietita. Nadie imaginaba que yo estaba
despierta. Cuando llegó mi padre me levanté, de puntillas fui hasta la
puerta de la pieza que era una persiana con una celosía por donde se
podía ver todo el patio. Vi a mi padre que tiraba el agua y el pasto y
se comía las galletitas y luego ponía sobre los zapatos los regalos que
traía.
Ahí no pude más. Salí al patio y empecé a gritarles a
mis padres que eran unos mentirosos, que me habían engañado, que se
habían burlado de mí. Mis padres no sabían qué hacer ni dónde meterse.
Con la misma me metí y en la cama y lloré el resto de la noche y lo
último que dije: ¡Yo a mis hijos nunca los voy a engañar!
En esa casa nunca más hubo Reyes especiales. Mi mamá
ponía los zapatos en algún momento que yo no la veía y arriba los
regalos.
El dolor del engaño nunca aflojó. Capaz que ahora lo
estoy exorcizando. A mis hijos nunca los engañé. Sin agua, sin pasto,
solo con los zapatos esperaban ellos a los Reyes y cuando tuvieron edad
de entender les expliqué de donde venía la tradición y que los padres
suplían a los Reyes que ya no estaban.
Soy grande, soy añosa, pero sin embargo sigo odiando
con todas mis fuerzas la mentira y el engaño. Sin embargo durante más de
diez largos años hice de Papá Noel con mis nietas y en hogares de niños
abandonados y enfermos y al ver los ojitos de alegría con que me
miraban aparecer los chicos, me di cuenta que, a veces, una mentirita
está bien. Pero nunca hay que exagerarla.
Elsa Lorences de Llaneza
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