“…Un Paseo Inolvidable…En este…mi Tafí
del Valle, que no es del pasado ni del futuro sino que es perenne, que es
eterno y que siempre se mantiene vivo. Que separa las elevadas
cordilleras de la Sierra del Aconquija al sur y las Cumbres Calchaquíes al norte…Este valle que es el
más importante paso que conecta los Valles Calchaquíes al oeste, con la gran Llanura Chacopampeana al este, me ha regalado la posibilidad…el milagro y la quimera de volar…soñar…y cabalgar una vez más con mi Madre gracias a mis facultades de bilocación. Es que como centinela
y custodio de un gran tesoro… vengo revoloteando y batiendo mis alas aurígeras por las
sendas del Aconquija acompañando a mi estrella
radiante y estandarte inmortal. Mi Madre…La
que en su magnanimidad, espíritu y fortaleza dejó a toda su descendencia el estigma de que nunca es tarde para realizar un esfuerzo…Emocionado
y conmovido por el paseo imborrable con mi abogada
jineta…suplique a Tata Dios que me
diera la posibilidad de observarla nuevamente desde mi experiencia
extracorporal…Como antesala de Semana
Santa la gracia del Eterno me vuelve a sorprender y emocionar. De nuevo estaba
en otro plano…Lo primero que vi al despertarme en mi visión
astral…fue un pedazo de cielo azul por entre las mechas del techo de la casa en
donde dormía mi madre en su primera parada en la Mula Muerta cerca de la Ollada...El
grupo se despierta bajo el manto azulado de un cielo teñido por pequeñas nubecillas que hacían
presagiar un viaje despejado…Una alegría emotiva y profunda domina al grupo que
se mueve excitante ante la posibilidad de seguir adelante. Observo a mi madre
gritar a viva voz… ¡El viaje está salvado!..
Al verla con su emoción a flor de piel lo que más temía era volver por esa
senda mojada sin lograr su cumbre y su empeño…El
grupo sigue en esa casa de alta montaña, donde pasaron la noche con una precariedad notable pero en un avanzado confort humano. Tenían un solo baño…un
excusado limpio…adecuado al escenario y al entorno. Desayunan con notable
apetito…Preparan los caballos y salen rumbo a Piedras Blancas a las diez de la mañana con el sol recién salido…Toman la senda que parte
de una loma verde donde hay unos perfectos, redondos carapuncos, los últimos de
la región…Bajan y suben por laderas muy
sombrías, algunas resguardadas por altísimos árboles, en su mayoría alisos. Las
arboledas crecen y se expanden sobre las laderas que dan al sur y al este…Cruzan las sonoras corrientes de los
arroyos que corren por las quebradas, entre dos montañas…Pedregosos los ríos…ruidosos,
con señas de haber traído hace poco tiempo gran correntada…a juzgar por los
árboles caídos junto a su cauce retumbante. Acomodan varias veces las monturas
en ese bajar y subir. Por tramos, los caballos se entierran en el barro y el ruido como de
ventosa me produce un placer inigualable igual al tenía mi madre a todo cambio de la
naturaleza. Desde su caballo, saluda, al pasar, a su querida y vieja queñua, un
pequeño arbolito dotado de un "aspecto extraño…encorvado…retorcido…con su
corteza desgarrada y harapienta, que deja ver su piel colorada, como con frío y sus largas
barbas flotando al viento. Un luchador arbusto que pelea con el cierzo, el
frío, la tierra avara, y enseña a los habitantes de esas alturas cómo se vive a
pesar de todo, y cómo se vence... Antes de salir…a las Piedras Blancas, se acaba la arboleda. Desde esa zona elegida por
la mano del Altísimo tuvimos la
visión completa del Cabra Horco, Caquebal, San José, y de todo el lado oriental del Mala Mala. No hay casi pastos…solo piedras…blancas, casi
transparentes, con incrustaciones negras en su interior. Salen del pico, bajan a
San José sobre piedras chicas y filosas. Un hilo de agua serpenteaba montaña
abajo, hacia el naciente…Siempre fresca y cantarina. Cambia otra vez el
paisaje. El verde en sus distintos matices conforma un cuadro incomparable. Las
casas…prolijas limpias…parecían no estar habitadas más que por los perros que
aprovechaban su paso para despabilarse y mostrar sus habilidades... Llegan a la
morada precaria de doña Adelina, en Chasquivil. Una señora mayor…con edad
indefinida…como suele ser esta gente del lugar.
Un hombre estaba en el patio, cargando leña en una mula…Los chicos se divertían
contemplando la escena. La construcción de piedra y adobe…bien cercada, con
postes y alambres, ostentaba en su parte superior un prolijo trabajo artesanal.
En la subida de un descampado desmontan
un rato y toman mate con bollo. Descansan… También los caballos… Bajan por altos matorrales, y por sendas flanqueadas
por piedras monumentales, increíbles. En lo alto de una loma, se alza una casa
almacén, con palenque en el patio, al que estaban atados varios caballos de
parroquianos. En una pequeña galería delantera, colgaban, como ristras de
colores, las lanas, que después de teñidas son puestas a secar. Un refugio distinto…
de varios cuerpos, con aspecto de pertenecer a gente más acomodada. Había
flores en el patio…cercadas por murallas de cañas, para protegerlas de las
cabras y ovejas. Dos chicas jóvenes, de negro pelo largo trajinaban en un dormitorio. El sol de la tarde ponía su
oro sobre las laderas e iluminaba la cumbre del Cabra Horco. A esa hora mágica en la que se esfuman las aristas y
todo parece de terciopelo…baja el grupo con mi madre a la cabeza rumbo a Chaquivil. Río abajo…la morada aparece escondida.
Los pastizales…apremiados por el crepúsculo, que enfriaba rápidamente el
ambiente…convertían a las montañas…en enormes moles azules. Cruzan el río que
da en ese lugar una amplia curva y entran al patio por una tranquera de grandes
troncos, pasados por el ojal del poste que la protege. Es una antigua y hermosa
edificación…la Sala de San José, de Chaquivil.
La casa sala en sí…son dos cuerpos
enfrentados, con sendas galerías. La cocina cierra el espacio hacia un lado. El
comedor, y dos cuartos, están hacia el oeste. Una enorme abertura sin ventana
mira el paisaje agreste. Cada uno de los viajeros se provee de jarros, platos y cacerolas prolijamente guardados para
ser usada por el huésped de tránsito. Observo al grupo deleitarse al ver apiladas,
como esperándolos una docena de camas, con sus colchones y frazadas de gran
colorido. Encienden la chimenea. Por el ventanal, diviso como enormes rocas
poderosas, temibles, parecían custodiar o amenazar la casa. En el bloque de
enfrente estaban dos baños instalados. Había que traer el agua desde el río que
corre y zigzaguea desde cerca. Para cortar
camino, es característico subirse a una gran piedra
que se asemeja a un tobogán enjabonado y una vez
que se cruza la misma se desmonta en una cerca de palos rústicos junto a la
construcción. Las vacas ovejas y cabritos desde la orilla, contemplan
mansamente la operación… Sacan las camas y las alinean con la cabecera para el lado de la
chimenea. Calientan sopa de sobre y la toman con queso. Abren unas latas que
acompañan con pan. A la luz de la vela el grupo charla un rato… Arrullados por el rio
cansados se van a dormir. Puedo ver como desde la ventana,
mi madre semidormida contempla las rocas del jardín que con el resplandor de la
luna parecían agigantarse… De súbito…en mi desplazamiento exaltado por la
compañía de mi madre se me anublan los ojos y se inicia la trasformación mística de vuelta hacia mi cuerpo físico. El grupo se
me aleja como si entrara en un túnel sin final…en una
picada hacia el más allá. Puedo percibir levemente la silueta de mi madre que me saluda con su
gesto típico de asentimiento hacia una nueva cabalgata… tal vez la última por las sendas del Aconquija del Tafí añorado que fuera centro de comunicaciones entre los Valles que llevan al altiplano y las quebradas que se vuelcan sobre la llanura
tucumana. El Tafí transitado por Diego de Rojas y por Juan Núñez De Prado los
días en que nuestra patria nacía. El Tafí que fuera la “Tambería del Inca”
cuando dos pueblos se acoplaban aquí, transfiriendo sus culturas, de aquellos
Diaguitas cuya estirpe ha encontrado nuevas venas para seguir manteniéndose en
el tiempo. Vuelvo embelesado de mi transformación astral a narrarles a todos
mis lectores el viaje encantador
Dr. Jorge
B. Lobo Aragón
#Tucuman#Argentina#Tafidelvalle#
Hermoso su Tafí Dr. Tuve la suerte de conocerlo. Fuimos dos veces con mi esposo. Maravilloso. Lástima que no salen las fotos que envió con el texto. Bendiciones Elsa.
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