“Un beso en víspera de
Navidad”
Esta noche solo te pido un beso que el
otro mes será Navidad. Es que través del
milagro del nacimiento eterno, deseo revalidar una vez más, que estoy con vida.
Alzo la mirada desde un caballo zaino y desde mi nido ancestral, los valles del
Aconquija, rodeado de montañas que se expanden, entre laderas, vertientes y
quebradas, advierto la espesa briza bajar. Percibo impetuoso el verdor de las
montañas, el color de las flores, el aroma de la tierra mojada, el baile de los
árboles, y el aire que trepida entre la
roca y que hace sentir su música especial.
Sentado en mi montura criolla, desde la loma alta, logro captar la melodía del
viento y contemplar la danza de los halcones revoloteando en búsqueda de su
presa. Así, como los pastores en aquella noche eterna, puedo desde la sombra profunda de la alborada, escuchar,
la sublime melodía de un Gloria a Dios en las alturas. Siento que la naturaleza,
me envuelve, activa, enérgica, en una armonía infinita que me entrelaza con los
hombres de buena voluntad. Es que frente a la Navidad mayúscula que se adviene, única,
verdadera, olvidamos que el pino, el nacimiento y los adornos, tienen un
sentido cristiano profundo, de gran recuerdo y enseñanza. Con el “muérdago” de
la paz, que aprieto entre mis manos, de baya blanquecina, que se esparce serpenteando
entre abetos. Desde este lugar maravilloso donde toco el cielo con las manos, deseo
brindar a mis lectores y a quienes
editaron mis opiniones, un saludo adelantado de navidad. Que en esa noche
de paz, mi querido lector, cierre los
ojos y pida un deseo. Sentirás entre luces de colores un nuevo repique
navideño. En esa nochebuena se quedara conmigo para siempre, porque tú lector,
eres el mejor regalo que me puede llegar. En esa noche universal, solo hazme un favor, dame un tierno
beso debajo del muérdago y del cielo celestial. Con tu color amarillo, rama de
amor, ayúdame descubrir con mi pluma los tesoros enterrados de la creación.
Arbusto predestinado, te invito a volar para ofrecer, junto con el pino
o el abeto, de robles, encinas y álamos un toque de color a las fiestas
de Navidad.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
Cerré mis ojos Dr. Jorge Bernabé y me ví en su Tafí, tan bella, con un verde terciopelo que nunca olvidaré y me besó toda la naturaleza y sentí que me besaba Dios en ella. Un hermosísimo relato haciendo honor a ese lugar privilegiado de la Argentina. Mil gracias. Elsa Lorences de Llaneza.
Gracias por publicar lo que escribe mí gran amigo Jorge Bernabé Lobo Aragón. Excelente caballero de bien. Solo los que vivimos en nuestro amado Tafí del Valle sabemos de lo que escribe, pero si pluma pasa fronteras a tantos lectores que admiramos lo que escribe mí estimado y único amigo. Gracias por llevarnos en sus alas atraves de su mágica pluma ��
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