REVELACIÓN (O Parábola de la
Expiación)[1]
A Jorge Luis
Borges, in memoriam
Es mortal. Inexorablemente
mortal. La sensación lo oprime y la metáfora del degüello lo azuza y lo
estremece. El sudor lo ahoga entre vapores soñolientos y hiede mal. El viento
de la playa se agita penetrante, y es incisivo el aliento agrio que lo envuelve
y lo sume en un sueño acezante y tenebroso donde no hay luces ni barcos
alejándose en lontananza.
Sin embargo, la estrella está
fuera de él y limpio el cielo de nubes. Lo despoja de fantasmas. Pero no hay
sol en su mente ajada, deshecha, rota en cristales de recelos y vanidades. No
hay una sola letra candente, luminosa, sedienta de colores y de goces. Sólo
melancolías y una furia estéril que lo hinca en la arena suave del mar sedado.
Después se muere y el coro de los
siglos lo amplifica y desmenuza en crónicas y ensayos. La vida de un hombre
solo y ciego, hacedor de naderías se endurece luego para siempre en el molde de
la estatua que eterniza su ceguera ominosa y consecuente.
Sí, y sólo al cabo de muerto han
venido a visitarlo. El minotauro y el guapo. El arrabal inexistente de su
pasado inmortal, sus laberintos de luto y admiraciones nórdicas, anglosajonas y
griegas que se amoratan.
Él ha muerto.
Mi drama es gigantesco, pues sólo
yo lo sé.-
Santa Fe (Argentina), 1981. Texto ajustado: 11-03-2006.
NOTA: Este relato fue escrito
unos seis años antes de la muerte del Maestro Jorge L. Borges, acaecida en
Ginebra (Suiza) un 14 de junio de 1986.
Mil Gracias Adrián por tu Micro Relato. Gracias por participar justo cuando el 15 de Octubre cumplimos 7 años de la difusión de Blog. Mil bendiciones Elsa.
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