SUEÑOS DE VIDA Y DE MUERTE
En el mágico latir de mi mente
fui una frágil mariposa de alas verdes,
fui una ave con los ojos oro y plata
sobre un valle perdido, muy claro, y tan silente,
y mi espíritu fue el aire en esta fantasía viviente.
Caminé por un cielo cual témpanos helados,
sobre caminos de iris y fuegos de verano,
las luces me abrazaban desde todos los flancos
y mi cuerpo era de éter, y mi destino, ignorado.
Y me quedé sin alas, y volé hasta cansarme,
mis ojos antes ciegos, vieron la luz eterna
y fui un ramillete de flores tan cansadas
en mi más cruel espasmo de locura;
y este sueño de fiebre pronto llegó a la meta,
y desperté lentamente, a continuar la aventura.
De pronto, sentí frío brotando de mi sangre,
y en mi piel eran mil brasas sin cordura,
más tarde vino el miedo, el dolor y el espanto,
y mis ojos se inundaron con mi llanto,
esta era la realidad que me tomaba
para abrirme los ojos a la vida.
En mis manos la noche, no dejó nada,
solo un marchito y sediento corazón
que al tomarlo entre mis manos, el pobre, se rompió;
y fue una muy triste despedida,
mis sueños se apagaron a la luz,
y terminé sin sentir con este sueño,
sueño de vida, de amor, de locura,
de dolor, y de muerte.
Eduardo Martínez Zendejas
En el mágico latir de mi mente
fui una frágil mariposa de alas verdes,
fui una ave con los ojos oro y plata
sobre un valle perdido, muy claro, y tan silente,
y mi espíritu fue el aire en esta fantasía viviente.
Caminé por un cielo cual témpanos helados,
sobre caminos de iris y fuegos de verano,
las luces me abrazaban desde todos los flancos
y mi cuerpo era de éter, y mi destino, ignorado.
Y me quedé sin alas, y volé hasta cansarme,
mis ojos antes ciegos, vieron la luz eterna
y fui un ramillete de flores tan cansadas
en mi más cruel espasmo de locura;
y este sueño de fiebre pronto llegó a la meta,
y desperté lentamente, a continuar la aventura.
De pronto, sentí frío brotando de mi sangre,
y en mi piel eran mil brasas sin cordura,
más tarde vino el miedo, el dolor y el espanto,
y mis ojos se inundaron con mi llanto,
esta era la realidad que me tomaba
para abrirme los ojos a la vida.
En mis manos la noche, no dejó nada,
solo un marchito y sediento corazón
que al tomarlo entre mis manos, el pobre, se rompió;
y fue una muy triste despedida,
mis sueños se apagaron a la luz,
y terminé sin sentir con este sueño,
sueño de vida, de amor, de locura,
de dolor, y de muerte.
Eduardo Martínez Zendejas
(México)
DERECHOS RESERVADOS
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Fuerte amigo pero "Tan tuyo" bendiciones Elsa.
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