REDACCIÓN CENTRAL, 08 Sep. 17 / 12:01 am (ACI).-
“Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de
Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la
tristeza de la primera madre, Eva, se ha transformado en gozo”, decía
San Juan Damasceno (675-749) en una hermosa homilía pronunciada un 8 de
septiembre en la Basílica de Santa Ana (Jerusalén).
“¡Oh feliz pareja, Joaquín y Ana, a ustedes está obligada toda la
creación! Por medio de ustedes, en efecto, la creación ofreció al
Creador el mejor de todos los dones, o sea, aquella augusta Madre, la
única que fue digna del Creador”, añadía el Santo y Doctor de la Iglesia.
En los Evangelios no se dan datos del nacimiento de María, pero hay
varias tradiciones que hablan de ello. Algunas, considerando a María
descendiente de David, señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente
griega y armenia, señala a Nazareth como cuna de María. Sin embargo, ya en el siglo V existía en Jerusalén el santuario mariano
situado junto a los restos de la piscina Probática (de las ovejas).
Allí, debajo de la hermosa iglesia románica levantada por los cruzados y
que aún existe (la Basílica de Santa Ana), se hallan los restos de una
basílica bizantina y unas criptas excavadas en la roca que parecen haber
formado parte de una vivienda que se ha considerado como la casa natal
de la Virgen.
¡Oh Madre amada! Bajo tu manto me coloco y espero tu perdón. Ámame Madre mía. Necesito tu bendición. Elsa
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