LA VIRGEN DEL CORPIÑO
EL SANTUARIO DEL CORPIÑO
MILAGRO O LEYENDA GALICIA- ESPAÑA
Publicado
el 22 julio 2014 por Antonio
Vidal
Entre los muchos santuarios dedicados a la Virgen
María, en la noble tierra de Galicia, tiene una singular resonancia el de
“Nuestra Señora del Corpiño”, situado en la actual parroquia de Santa Eulalia
de Losón, en el ayuntamiento de Lalín, provincia de Pontevedra y en la antigua
jurisdicción de Deza. Santuario de peregrinación por los muchos milagros que la
cariñosa Virgen del Corpiño hace a todos aquellos que con fe la visitan en este
lugar de su aparición, lugar que había ya preparado con una vida ejemplar de
penitencia un santo ermitaño. Este antiquísimo santuario se halla enclavado en
la cumbre de una verde colina, destacando por entre las ramas de una frondosa
robleda las torres y campanarios que elevan sus cruces hacia lo alto, rasgando
el azulado cielo. En cuanto a la etimología del nombre del santuario “Corpiño”,
unos dicen que lo tomó del diminutivo “Corpo”, referido al cuerpo
del anacoreta, otros que viene del árabe “Corvinus” o de estar vestida la
imagen de la Virgen con un “corpiño”.
Acerca de la fundación de esta capilla solamente se
saben algunos datos referidos por la tradición, según la cual a últimos del
siglo VIII, vivió en las faldas de la montaña del Carrio, al Norte del rio Deza
y al Este del bosque de Carboeiro, un santo ermitaño, llamado Luisón,
devoto ferviente de la Virgen María, cuya devoción y culto predicaba y
fomentaba por toda la comarca, cuya vida de aislamiento y penitencia era objeto
de curiosidad y religioso respeto por parte de los veinte vecinos que llevaban
en foro todas aquellas tierras, entre otros Juan de Losón, Apolinario
Lamela, Cristóbal Anteiro, otro apellidado Abraldes y otro más del Portillo del
Carrio.
Habiendo muerto el ermitaño de edad muy avanzada y
conservándose su cuerpo incorrupto en la choza, los vecinos lo veneraban como
santo y determinaron honrar su memoria edificando una capilla en el mismo sitio
de la choza, bajo la advocación de San Adrián y desde entonces el lugar fue
llamado con el nombre de “Corpiño”, en memoria del cuerpo del ermitaño y lo
mismo se llamó a toda la montaña, que correspondía a la parroquia de San Pedro
de Losón.
Cuando tuvo lugar la invasión de las tropas de
Almanzor los cristianos huyeron de estas tierras, desapareció el cuerpo del
Santo y la capilla fue totalmente destruida y quedó abandonada a merced de la
maleza; pero no fue la voluntad del Señor que aquel lugar, quedara para siempre
en el olvido, el día 23 del mes de junio del año 1191, grandes nubarrones en
forma de castillos de fuego rodearon por completo el horizonte y ocultaron la
luz del sol anticipando la noche a los vecinos de aquellos contornos. Unos
niños pastores que se hallaban en el monte, aterrados de miedo por los
relámpagos y los truenos, buscaron a tientas donde guarecerse de la lluvia,
entraron en la arruinada capilla del “Corpiño” lugar que escogían a menudo para
sus juegos infantiles y que más de una vez les había servido de abrigo en
circunstancias parecidas, encontrándose de improviso bañados de una intensa
luz. Movidos por la curiosidad registraron aquellas ruinas en sus ansias de
conocer de donde procedía aquella claridad y vieron una imagen de la Virgen con
el niño Jesús en el brazo izquierdo y un ramillete de flores en la mano
derecha, pasaron gran parte de la noche contemplando aquella imagen risueña que
les atraía por la dulzura de su mirada y les hacía sentir un bienestar
indescriptible, hasta que los padres que habían visto llegar los ganados a sus
casas, temerosos de su muerte salieron en su busca hallándoles muy contentos al
pié de aquellas ruinas. Les reprendieron agriamente, más los niños nada
alegaron en su favor con la intención tacita de volver al mismo sitio en la
madrugada del día siguiente, sin que pudieran disimular la alegría y regocijo
de que estaban poseídos. Al día siguiente volvieron al mismo sitio,
deteniéndose mucho más que la víspera y abandonando de nuevo el ganado. Viendo
sus padres que las amonestaciones no producían su efecto los castigaron
severamente sin dar oídos a las disculpas que en esta ocasión creían infundadas
y solo pretextos de común acuerdo para ocultar sus travesuras.
Al otro día, desoyendo las prevenciones de sus
familias, concurrieron al mismo sitio a prestar adoración a la Virgen; no
pudiendo sus familiares comprender tanta obstinación en aquellos inocentes que
siempre les habían estado sumisos, determinaron prestar atención a sus relatos
y entre otros a los de dos niñas, una de la casa de Abraldés y otra del
Portillo del Carrio que decían “que en el mismo monte y sitio hemos visto
nosotros a una señora y nos habló con mucho cariño diciéndonos que hiciésemos
la señal de la cruz”, tampoco esta vez merecieron fe sus explicaciones y
creyendo ser todo subterfugios y mentiras les azotaron cruelmente, lo cual no
impidió que de nuevo volvieran a seguir contando las maravillas y prodigios que
tenían lugar en aquel recinto.
Esta vez determinaron seguirlos y observarles de
lejos para lo que determinaron subirse a una altura cercana desde la cual
podían ver claramente las ruinas del “Corpiño”, una vez allí quedaron atónitos
y maravillados de los vivos resplandores que saliendo de la cabaña de dicho
ermitaño que alumbraban como un nuevo sol aquellas montañas; poseídos de temor
y respeto no sabían qué hacer ni se atrevían a dar un paso para cerciorarse de
donde procedía aquel fenómeno y aquel misterio y determinaron volverse a sus
casas. Por el camino, unos opinaban que debían divulgar lo que habían visto,
otros por el contrario, creían más acertado repetir las observaciones y
cerciorarse bien del caso antes de exponerse a las burlas que provocaría la
incredulidad de sus convecinos. Esta última opinión fue la que prevaleció.
Respecto a las observaciones, en las noches siguientes, su admiración aumentaba
cada vez más al encontrarse bañados por aquella luz maravillosa y aquella
sorprendente claridad que envolvían las ruinas de la capilla que fuera del
Santo e infundían la veneración en sus corazones. Esta vez no titubearon en
ponerlo en conocimiento de los demás vecinos para que emitieran su dictamen
acerca de lo que convenía hacer en este caso; pero más de una vez estos no los
creyeron y suponían que sin duda estaban engañados o que habían padecido alguna
alucinación; al fin, determinaron, acompañarlos por el día al lugar de la
aparición y registrarlo todo. Así lo hicieron al día siguiente sin resultado
alguno, llegando por este motivo a desconfiar de la veracidad de aquellos,
dando lugar a enemistades entre unos y otros, pero pronto cesaron estas en
vista de la constante aparición de los resplandores en el lugar indicado y por
fin ya no dudaron los vecinos de que todo aquello era obra de Dios y que
aquella Señora que solo veían los pastorcillos era la Virgen y que venía al
monte del Corpiño por amor a los hombres y por la infinita Misericordia de su
Hijo.
Pusieron todo en conocimiento del párroco que
tampoco creía en aquella aparición y por tanto reunió a los feligreses mas
íntegros de la parroquia, entre ellos a una anciana que tenía fama de muy
devota la cual después de recibir la sagrada Eucaristía se fue a la ermita y
haciendo oración se le apareció la Virgen, como a los pastorcillos, con el niño
en el brazo izquierdo y el ramillete de flores en la mano derecha y llena de
gozo y dando gracias a Dios por tan señalado favor dio cuenta al párroco y a
los vecinos que habían recibido la misión de averiguar la veracidad de aquel
suceso. En esta ocasión el cura en persona y acompañado de un gran gentío (304
hombre) “fueron al lugar de la ermita y no han podido ver cosa alguna,
teniendo que sufrir muchas vejaciones por esta casusa la pobre anciana”, a
pesar de que el cura tuvo que calmar los ánimos y salir en su defensa. Los
mismos a la noche siguiente subieron a una colina cercana desde donde pudieron
observar una vez más el fenómeno de las luces y fuegos, que como la zarza de
Moisés, ardían sin consumirse. Convocado todo el pueblo a una rogativa, para
celebrar tan feliz suceso, que tuvo lugar en la parroquial de San Pedro de
Losón, el 24 de junio del año citado, acudieron innumerables gentes de la
comarca y salieron en procesión solemne de la Iglesia a la ermita en la cual tuvo
lugar una nueva y última aparición de la Virgen en presencia de todo el pueblo
que postrado en tierra prorrumpió en llanto de gratitud y amor a la Virgen y
desapareció de la misma manera que había aparecido, haciéndose invisible y
confundiéndose con la atmosfera, a la manera que en el aire se engendra una
nube o se disuelve en tiempo de verano. Mandó el cura, de acuerdo con los
vecinos, reproducir la Imagen de la aparecida y todos con empeño trabajaron ya
personalmente ya aportando recursos para reedificar la capilla; celebrándose el
aniversario de la aparición con la colocación de la imagen, que condujeron
procesionalmente, inaugurándose a la vez el Santuario.
Este mismo día, se celebró una misa solemne en
acción de gracias y se inició una Cofradía que tenía por objeto allegar
recursos para conmemorar la aparición de la Virgen y la obligación de confesar
y comulgar, en el Santuario cada año, como diera ejemplo la anciana
y llegaron a ser tantos los cofrades que invertían dos días en la confesión y
comunión. Correspondiendo el territorio de la capilla en lo espiritual a Santa
Eulalia de Losón, por haberse creado esta parroquia la primera, en el año de
1162 (pues según una inscripción que aún se conserva en la pared de dicha
Iglesia de Santa Eulalia de Losón y según los signos en piedra que la contiene
dice traducida al castellano: “Orad hermanos en el amor de Dios por el alma
de Pedro Pescador que fundó esta Iglesia en la era de 1200 (año 1162)” y en
otro lugar dice: “en trece de marzo de la misma era (1200)”, quisieron los
vecinos de la primitiva parroquia de San Pedro de Losón trasladar la imagen del
Corpiño de la capilla a su Iglesia entablándose con tal motivo un pleito entre
los vecinos, de San Pedro y el señorío de Taboada (que es el que presentaba el
curato de Santa Eulalia de Losón) en cuyos dominios estaba la capilla; pero
aquí también la Virgen dirimió la contienda obrando varios prodigios. El
primero, fue que estando determinados a llevarse la imagen para su
Iglesia los de San Pedro una fuerte tormenta se lo impidió. En el año de 1193
repitieron el pleito con testigos para declarar sobre lo anteriormente dicho y
todos acompañados de un notario se fueron a la capilla para dar fe de la
información abierta referente a la ocupación del territorio de la capilla,
juramentados en forma en presencia de la divina imagen y constituido el juzgado
en dicho sitio comenzó el interrogatorio y al querer el notario consignar las
declaraciones no le fue posible mover la pluma por no tener movimiento en el
brazo. Sucedió igualmente con los testigos que no pudieron decir palabra ni
articular frase alguna soltándose a llorar, con la vista fija en la imagen, por
lo que se vio que querían faltar a la verdad y justicia y la Virgen se lo
impidió. Se terminó aquel acto con el acuerdo de todos, quedando las cosas como
estaban y obligándose los del Corpiño a la apertura de una puerta lateral hacia
el mediodía en la pared de la capilla para que entraran como privilegio, los de
la parroquia de San Pedro de Losón, a fin de tener paz en lo sucesivo.
Imagen de la
Virgen en la fachada del Santuario
El notario era
don Diego de la Calzada que hizo voto de escribir esta relación (antes
que otra cosa alguna) pudiendo desde aquel momento hacer uso del brazo y
quedando los testigos con la lengua libre para hablar. De todo esto dio cuenta
don Diego de la Calzada ante el procurador del pleito, Ruiz de Mondragón,
afirmándose en dicho manuscrito que los documentos originales están en el
archivo de Toledo.
En otro tiempo,
hubo en este Santuario muchas alhajas de oro y plata, que fueron robadas el
primero de mayo del año de mil ochocientos treinta y siete por una partida de
Marinos al mando de un tal Bichilenas. Llevaron todo, incluso el manto de la
Virgen y la corona, quedando solo la reliquia, como por milagro, pues estaba a
la vista en la sacristía y también desapareció el libro de la fundación.
El
Santuario fue de patronato del Dr. Carlos Taboada y Rada y luego pasó a su
nieto don Carlos Taboada y Sangro, conde de la Almina. La fiesta es el 23
y 24 de junio, siendo muy grande la concurrencia de peregrinos, especialmente
de mujeres que invocan la protección de la Virgen para sus congénitas
dolencias, enfermas de histerismo o del mal “do aire”, aunque es
continuamente visitado el Santuario todos los días del año. Es pues objeto
constante de peregrinación y si alguien falta a ella es por lo que reza la
copla popular:
Miña Virxe do Corpiño
este ano alá non vou
que pol-a falta dos cartos
moita xente se quedou
Los
romeros al retornar se despiden de la Virgen del Corpiño con la siguiente
copla:
Adios Virxe do Corpiño,
a espalda che vou virando;
inda que a cara vai rindo
o corazón vai chorando
Fueron muchas
las vicisitudes por las que pasó esta antiquísima ermita, hoy es un grandioso
templo, que aunque no responde a un orden arquitectónico determinado, es sin
embargo un hermoso santuario de tres naves, una torre y dos campanarios,
reloj y ocho altares y en el centro del crucero una gran cúpula de
cantería, lo mismo que las naves. La fachada es de estilo barroco y en el
dintel de la puerta, en una artística hornacina, hay una imagen de la Virgen,
por eso dice la copla:
A capilla do Corpiño
ten na porta una santiña
que mira pro seús romeiros
como suben a costiña
Antonio Vidal
Neira, Madrid, 22-7-2014
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