Escudo de armas de los Duques de Savoya
Como gobernante tendió a limitar las autonomías feudales y comunales, lo que le llevará a conflictos con algunos obispos, entre ellos San Antelmo de Belley, que no dudará en excomulgarlo, pero prospera su apelación al Papa Alejandro III que le levanta la excomunión. En el conflicto guelfo-gibehno, Humberto intenta una obra de mediación, procurando conservar la amistad tanto del emperador como del papa. Pero no pudo evitar su roce con el emperador y que éste lo citara en vano ante la justicia imperial llegando a declararlo contumaz (2 de septiembre de 1185).
Fue un hombre de acendrada religiosidad y piedad en el que influyó notablemente el Beato Amadeo de Lausana, de cuyos consejos y asesoramiento se sirvió. Se mostró siempre generoso con las iglesias y monasterios, y favoreció a la Igles1a todo cuanto pudo.
Sintió el deseo de abrazar la vida religiosa, pero comprendió que esto le era imposible por necesitarlo sus súbditos al frente de sus Estados. Como compensación no deja de acudir al claustro para vivir con sinceridad tiempos de retiro, integrándose el tiempo que pasaba en los monasterios en la vida de la comunidad. La muerte le llegó cuando estaba en la abadía de Haute Combe, Vistiendo el hábito cisterciense, el 4 de marzo de 1188.
ORACIÓN
¡Oh Dios!,
que al beato Humberto
le haz enseñado preferir el Reino del Cielo al reino terreno
y a abrazar la mortificación de la cruz,
ayúdanos por su intercesión y siguiendo su ejemplo,
a desprendernos de los bienes terrenales
y anhelar los eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén
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