ALAS QUEMADAS
Son mis manos mariposas que se pierden en
el humo,
todo el frío y el desgano, se acumulan en
mis sueños
como lápidas dolientes, en un destino, sin
dueño.
Se mutila sin querer el aroma de la vida,
y va escapando hacia el limbo en afásica partida.
Lo siento, este es mi mundo, lápiz
infértil, semen dormido,
y tinta lánguidamente ausente plasmando las
experiencias
de vocablos escondidos tras espirales de
humo,
humo blanco que se eleva ahogado en la
distancia,
perdiéndose inútilmente en el sin fin de la
nada.
No mi amor, no quedó nada sobre mis alas quemadas,
hay solo ríos de viento que en fuegos
fatuos, sin fe,
se pierden en la distancia; No amor nunca
puede quedar nada
sobre unas alas quemadas, entre susurros de
grillos
degustando los silencios, comprendo que no
quedó nada.
Nada ha quedado, lo grito, de mi pobre mano
fría,
de esta mi ilusión cansada, y de cada
minuto
cada hora y cada día, que hasta ti yo he
elevado
mi plegaria más amada, para pedirte en
silencio
“Ámame simplemente, fácil” pero esto no fue
así,
y a cambio me regalaste una vida de dolor.
Ya la fe de tiempos viejos huyó en un solo
estertor,
una hora fue el inicio para botar a la nada
el fanático edificio que construí para ti,
y mis alas se incendiaron y todo, todo lo
perdí.
En los días posteriores ya todo fue más
sencillo,
solo quedaba mi vida y un día también la
perdí,
con que algún día, nací.
Eduardo Martínez Zendejas
Mexico
Eduardo: Espero que alguna vez escribas un poema de alegría presente. Nos entristecen tus poemas del pasado. Un desafío que te propongo.
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