TERESA
Su
cuerpo cabía en un camafeo.
Sin
mundo encima,
se
vestía con la sola cruz.
Pobre,
de toda pobreza, entre pobres,
logró
la riqueza del abandono
que
cifró en no vivir para sí.
El
dolor y el abandono del otro,
fueron
su Getsemaní y Calvario.
La
llaga y la lepra, la úlcera y la pústula
eran
el espejo que reflejaba a otro Cristo.
Cumbre,
a escala de tierra,
fuego
en potencia de cielo,
diminuta
intensidad, donada en servicio.
Tuvo
su noche oscura, pero
la
luz invicta de Jesús
alumbró
su agonía ofrendada.
Madre
de hijo plural,
María
del suyo y mismo, preciso y eterno.
Decía
que era una gota en el mar:
y
el mar, para ser, necesitaba de esa gota.
Teresa,
virgen de lámpara alerta.
Bosco Ortega
5-9-2016 / 10;36 p.m.
Excelente Bosco tu poema. ¡Qué bien describes a Santa Teresa! Mil gracias.
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