lunes, 10 de enero de 2022

RELATO " UNA NUEVA DEVOCIÓN VOLÓ A LOS VALLES" DR. JORGE LOBO ARAGÓN. TUCUMÁN. ARGENTINA.

 


UNA NUEVA DEVOCIÓN VOLÓ A LOS VALLES

En este nuestro Tafí del Valle eterno, perenne, inmemorial el que todavía mantiene vivas sus tradiciones milenarias con el canto de sus aguas, el claro sol que ilumina sus cumbres, y el apretado aspapuyo que con sus nubes misteriosas cubre sus vestigios ancestrales, florece una nueva devoción. NUESTRA SEÑORA DE LA EUCARISTÍA. El cielo radiante de la quebrada ilumina las sombras aterciopeladas de los contornos del cerro. Es mediodía y los rayos del sol caen en picada sobre centenares de siluetas que acompañan a la imagen. En pleno verano el valle en su cima todavía se encuentra cubierto de nieve ensalzando su imprevisible agitación misteriosa y milenaria. Comienza la lenta subida desde la capilla de San Andrés, en la zona de Las Carreras, hacia la cresta de La Mesadita. El ascenso por el cerro pelao, sembrado de piedras, pircas y de cactus en flor se hace imperceptible. Se siente vivo en el aire y en cada roca el canto del viento. Cada paso es un arrojo que se recompensa con el viento fresco de la montaña. Adelante van los violinistas y bombistos anunciado con su música alegre el paso de la Virgen. Sube la virgencita entre los pajonales, enlazados por aybales e iros, en un enigmático silencio. Un mensaje de paz y unión se encumbra sigiloso para los pueblos de la región, bajo el signo de la Cruz. Se siente el indestructible murmullo de aquellos Quilmes y Diaguitas cuya estirpe encontró nuevas venas para seguir manteniéndose en el tiempo. En su ascenso por la cuesta, el atuendo de la Virgen de la Eucaristía se mezcla con los distintos matices de verde de las montañas que la rodean. En sus brazos, junto con el Niño Jesús, sostiene un racimo de uvas. Aunque el sol se esforzaba por entibiar la mañana los charcos seguían congelados. La marcha continuaba lentamente, despreocupada, risueña al compás de bombos, violines y guitarra. Todo el entorno coronado por montañas blancas, y la luz del sol, en medio de inmensidad silenciosa, vivificaba aún más la figura esplendorosa. La efigie de la Virgen se deslizaba por el ancho camino de la fe rodeada por cuatro banderas. La argentina, la papal, la de macha y la de los pueblos originarios. A cada paso los lugareños honraban a la novia ataviados con sus mejores trajes la que sube lentamente a su altar. La figura de nuestra Señora engalanada con vivos colores las que pocos conocían llegaba a la piedra escogida. Arribaba a su apacheta. El altar de piedra y jarilla se elevaba apuntando al cielo para honrar a la madre de todos los tiempos.  La Pachamama, acompañaba a través de sus ancestros para que el tiempo pasado estallara sobre el presente. Como el polen de las flores, adosando al rústico tabernáculo se instituiría la imagen más perfecta de la libertad y liberación de la humanidad. El paisaje esmeralda de la quebrada, tan verdoso como el manto de la Señora se convertirá en una colosal Iglesia a cielo abierto, en donde se levantarán los cimientos de la gruta circular con techo de paja como insistió María respetando el diseño de los pueblos originarios. Al atardecer, el silencio volvió a adueñarse de La Mesadita. Pero la gran cadena montañosa no se quedó sola. Una pequeña imagen con las uvas en sus manos que simbolizan el fruto de la vid, que es la sangre de Cristo, y el Niño en los brazos de María, le hace compañía desde ese día hasta la eternidad.

Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón

jorgeloboaragon@gmail.com

#Argentina #Tucumán #España

 

Hermosa descripción  Dr. Lobo Aragón. me hubiera gustado estar allí.   Gracias. Elsa Lorences de Llaneza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario