LA HAMACA Y EL ABUELO
Recuerdos de mi infancia, de juegos compartidos
de lentas caminatas, con mi abuelo a su ritmo;
el vaivén despeinando mis cabellos al viento
y un sufrimiento oculto al sentir el esfuerzo
de él al hamacarnos con fatigoso aliento.
Mezcla de sentimientos flotaban en mi alma...
¡qué gozo al respirar la frescura del aire
sintiéndome volar desplegando mis alas
con la bella emoción de libertad y gracia!
Mas también cierta culpa, cada vez que empujaba
con fuerza mi columpio, como si le costara,
ganándole al dolor de una vida agotada
que a pesar del cansancio por amor se donaba.
Susana Piñeiro
Patagonia Argentina
Hermoso poema. ¡Qué lástima no tuve ningún abuelo!. Bendiciones y Gracias.
Elsa Lorences de Llaneza.
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