2017- CUARTO DOMINGO DE
ADVIENTO
Este año el
último domingo de adviento engarza directamente con la natividad. Es realmente
la espera del que ¡ya nace! ¡ya! .
En la mesa
familiar a las 24 hs comienzan los abrazos los besos, los buenos augurios, los
brindis. Para los que profesamos la fe en Jesús, es una verdadera celebración
espiritual.
Se cumplió la
promesa: “—No temas, María, porque has encontrado
gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás
por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le
dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y
su reino no tendrá fin.”(Lc. 1, 30-33)
Pero sabemos que ese
reino se gesta lentamente, que la luz se va abriendo entre tinieblas, que su
construcción es ardua aunque plena de gozo y que siempre se encontrarán piedras
y fuertes resistencias en el camino. En el mientras tanto hemos sido enviados
por su Rey, Nuestro Señor a ser mensajeros de su Evangelio en medio de un mundo
hostil y reticente a su mensaje de Paz, Amor y Justicia en todos y para todos.
Como tantas otras veces, en nuestro país esto último se ha
hecho patente en los últimos días. Mientras muchos(los más) nos preparábamos
internamente para acoger la bendición de las fiestas en un clima de armonía;
otros(los menos ) desataban su agresividad y furia en las calles.
Por supuesto, no
hablo de las manifestaciones pacíficas y en orden y tampoco es mi propósito entrar
en consideraciones políticas, en justificaciones o condenas desde lo social, de
dilucidar quiénes son los responsables, quiénes los culpables, quiénes las
víctimas; tampoco para buscar explicaciones psicológicas sobre el porqué de estos hechos
repudiables. Simplemente los señalo como síntomas de una sociedad que no
encuentra su rumbo, que se aparta permanentemente de los designios del Dios que
nos dio tanta riqueza natural y de seres humanos con talento y capacidad
constructiva; que nos donó todo lo que se necesita para ser un país grande,
próspero y justo. Un país que llegó a ser ejemplo en el mundo y hoy (y desde
hace tiempo) muestra una declinación realmente angustiante.
Pero, como lo señalan las Escrituras, en medio de la
oscuridad la luz se percibe con mayor brillo, con las dificultades se templan
los espíritus y del borde del precipicio nos rescatan las manos del Altísimo.
Todo esto lo vivió y nos lo enseñó con su palabra y obras Aquél que aguardamos
y al que festejamos con júbilo en la Navidad.
Nos demostró que muchas veces es entre espinas donde
prosperan las plantas más fuertes y más fructíferas y que de esas pruebas debemos sacar los
nutrientes para
SABER CRECER
Si lo verde florece sobre
espinas
libre es el aroma, el color,
libre es la vida,
porque la espina hiere
más el perfume cicatriza.
La herida, siempre,
una enseñanza deja.
El que lo aprende,
cantando sigue erguido,
sin temor camina
y recoge la flor
y agradece la espina
que lo ha hecho crecer,
le dio sabiduría.
El que sufrió lo sabe
y en libertad prosigue su
camino
y agradece la flor
y acepta las espinas.
Para lograr la paz en nuestro derredor primero es necesario
trabajar para obtener la paz interior. Nadie puede dar, ofrecer ni contagiar algo
que no posee.
Pidamos, pues, la asistencia del Espíritu para lograrla,
resguardarla y donarla.
Con nuestra Madre María aguardemos con Esperanza al que ha
de nacer, al Señor que da la Paz.
Y mientras esperamos y edificamos tiempos mejores, oremos
con fervor:
“VEN SEÑOR JESÚS ” (Ap.22, 20).
“JESUCRISTO, SEÑOR
DE LA HISTORIA TE NECESITAMOS”. AMÉN.
LES DESEO UNA NAVIDAD
EN PLENITUD, PAZ Y ARMONÍA Y UN PRÓSPERO Y JUSTO 2018
María de las Mercedes, Chascomús- 22-12-2017
Igualmente para tí Pomona. Que el Señor te regale Larga y buena vida para compartirla con el Blog. Bendiciones. Elsa.
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