PARADOJA DEL REINO
Una natividad desde
nuestra humanidad;
nacer del “humus”
de nuestra presencia terrestre
a nuestra sustancia
celeste: “creaturas” únicas y excepcionales,
a imagen y
semejanza del Alfarero Supremo.
Un barro con alma y
tierra “almada” por Dios,
redimida por la
humildad de un Salvador
que aceptó
abajarse, anonadarse y humanarse
para con-vertirse,
llenar al Otro
en un prójimo y un
semejante, planetario y sucesivo.
Todo hermano, menos
en el pecado.
Nacer desde la
paradoja del Reino.
A partir de un Niño
frágil y lábil,
un Rey signado por
realeza y vestido de pobreza,
el Sol Invicto en
un establo precario,
el Alfa y la Omega
entre un burro y un buey,
el Emmanuel
prometido entre los astros y las raíces,
el Cordero a
inmolarse, destinado a los pastores,
el linaje de David
protegido por una doncella y un artesano,
el Jeshúa de Belén,
casa del pan de la Cruz,
el pequeño inmenso
elegido por el Paráclito,
el infante eterno
que alumbra el Kairós para la historia,
el Verbo del
vientre virgen y la Palabra del profeta mártir,
el Mesías prometido
y el Cristo manifestado,
el Hijo de Dios que
acepta ser hijo de hombre,
el Todo del cosmos,
exiliado de su patria,
el Hosanna del
Universo en labios del Ángel,
el Misterio Divino
envuelto en pañales.
Nacer del pesebre
del corazón:
vigilia y destino,
sentido y designio.
Escuchemos. Quien
quiera oír que oiga.
Bosco Ortega
Hermoso Bosco. Dios te bendiga y que el niñito Dios te conserve todos tus Dones y los aumente. Amén. Elsa.
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