Nuevo año, nueva oportunidad.
Estamos
por comenzar un nuevo año, un nuevo tiempo que el Señor nos regala
misericordiosamente y que no debemos dejar de aprovechar.
Dios tiene confianza en nosotros, tiene confianza en el hombre, y nos llama a hacer apostolado.
No miremos todo el mal que hay en el mundo, porque eso nos puede desanimar, y es justamente lo que quiere el Maligno. En cambio seamos valientes y lancémonos, este nuevo año que estamos por empezar, a la grandísima obra de la salvación de las almas.
Dios confía en nosotros y nos dará la fuerza y los medios para que lo llevemos adelante, porque el Señor nos ha elegido no para nuestra ruina, sino para nuestro bien.
Si doce hombres simples pudieron, con la ayuda de Dios, extender el Evangelio a todo el mundo; ¡cuánto más podemos llegar a hacer nosotros que, además de la ayuda de Dios y de que somos muchos más que doce, tenemos la ventaja de los prodigiosos medios de comunicación, que a la velocidad de la luz, pueden llevar la buena noticia a todas partes!
No prestemos oídos al demonio que nos quiere hacer creer que ya está todo perdido, que él tiene todo en sus manos y que no podemos poner ninguna resistencia, porque ¡no es así! Es Dios y su Madre quienes vencerán, y nosotros venceremos con ellos.
Aprovechemos el tiempo porque no sabemos de cuánto disponemos. ¿Por qué no puede ser que este próximo año sea el de nuestra muerte? ¿Y hemos hecho lo suficiente para no presentarnos a Dios con las manos vacías de buenas obras?
Recordemos que los trabajadores de la última hora recibieron el mismo premio que los que trabajaron toda la jornada. Por eso no vale la excusa de decir que uno ya es grande, que está viejo, porque basta que trabaje por el Señor con todas las fuerzas, y aunque lo haga al final de la vida, recibirá un grandísimo premio.
No dejemos que se nos pasen en balde los días de este próximo año, sino aprovechémoslos para dar gloria a Dios y salvar almas.
Dios tiene confianza en nosotros, tiene confianza en el hombre, y nos llama a hacer apostolado.
No miremos todo el mal que hay en el mundo, porque eso nos puede desanimar, y es justamente lo que quiere el Maligno. En cambio seamos valientes y lancémonos, este nuevo año que estamos por empezar, a la grandísima obra de la salvación de las almas.
Dios confía en nosotros y nos dará la fuerza y los medios para que lo llevemos adelante, porque el Señor nos ha elegido no para nuestra ruina, sino para nuestro bien.
Si doce hombres simples pudieron, con la ayuda de Dios, extender el Evangelio a todo el mundo; ¡cuánto más podemos llegar a hacer nosotros que, además de la ayuda de Dios y de que somos muchos más que doce, tenemos la ventaja de los prodigiosos medios de comunicación, que a la velocidad de la luz, pueden llevar la buena noticia a todas partes!
No prestemos oídos al demonio que nos quiere hacer creer que ya está todo perdido, que él tiene todo en sus manos y que no podemos poner ninguna resistencia, porque ¡no es así! Es Dios y su Madre quienes vencerán, y nosotros venceremos con ellos.
Aprovechemos el tiempo porque no sabemos de cuánto disponemos. ¿Por qué no puede ser que este próximo año sea el de nuestra muerte? ¿Y hemos hecho lo suficiente para no presentarnos a Dios con las manos vacías de buenas obras?
Recordemos que los trabajadores de la última hora recibieron el mismo premio que los que trabajaron toda la jornada. Por eso no vale la excusa de decir que uno ya es grande, que está viejo, porque basta que trabaje por el Señor con todas las fuerzas, y aunque lo haga al final de la vida, recibirá un grandísimo premio.
No dejemos que se nos pasen en balde los días de este próximo año, sino aprovechémoslos para dar gloria a Dios y salvar almas.
Hermoso Bosquín Ortega. Misionemos y Evangelicemos todo lo que podamos antes que la muerte nos llame. Feliz año 2017
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