¿Sabes el valor de una sonrisa?
No cuesta nada pero vale mucho. Enriquece al que la
recibe, sin empobrecer al que la da. Se realiza en un instante y su memoria
perdura para siempre. Nadie es tan rico que pueda prescindir de ella, ni tan
pobre que no pueda darla. Crea alegría en casa; fomenta buena voluntad y es la
marca de la amistad. Es descanso para el aburrido, aliento para el
descorazonado, sol para el triste, y recuerdo para el turbado. Y con todo, no
puede ser comprada, mendigada, robada, porque no existe hasta que se da. Y si
en el último momento de compras, el vendedor está tan cansado que no puede
sonreír, ¿quieres darle tú una sonrisa? Porque nadie necesita tanto una sonrisa
como los que no tienen una para los demás.
SAN ALBERTO HURTADO
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