domingo, 21 de agosto de 2016

A DELFINA EN SUS 4 AÑITOS. FELIZ DÍA DEL NIÑO.

A DELFINA EN SUS 4 AÑITOS
FELIZ DÍA DEL NIÑO

  Todos los años me gusta escribir algo para el día del niño.
  Este año del 2016, tal vez un poco inmodestamente, se lo voy a dedicar a mi nieta más pequeña Delfina de cuatro añitos.
  Delfina es una luz que el Señor quiso enviarnos  a estos abuelos ya cerca del final de la vida. Una niña caprichosa, contestaría, juguetona y a veces peligrosamente juguetona. Es decir, una nena igual que cualquier niña de su edad, pero con una luz interior muy potente que ilumina sus ojos, color del tiempo y le da resplandor a su carita tierna.
  Con Delfina tenemos un enganche especial. Nos amamos. Es lógico que la  ame a ella porque es mi nieta pero, no es lógico en los tiempos que corren, que una nieta te diga: “Te voy a cuidar con todo mi amor abuela “ y corra a buscar mi bastón para que me pueda levantar y me agarra de su pequeña manito para que no me caiga.
  Yo que creo fervientemente en las señales de Dios, fui la primera en ver, en las fotos de su bautizo, como el agua bendita que caía de la cabeza de Delfina se había convertido en un patente, maravilloso y bendito Rosario. En ese momento sentí que mi nieta no era una nena común, como varios niños a los que les ha pasado lo mismo.
  Hay contestaciones que me da que sobrepasan los cuatro añitos que tiene. Para muestra basta un botón, decía mi madre:
El otro día estábamos mirando fotos de mi juventud y ella me dice: ¡Qué linda sos abuela!
Si, Delfi, le contesté, era linda cuando era joven, ahora soy viejita.
Dejó de jugar, corrió a abrazarme y me dijo: -¡Pero yo te amo viejita abuela!
  Con mi familia tuvimos que adelantar el día del niño. Sus tíos, su abuelo y otros varios le regalaron juguetes que ella recibió con exclamaciones de alegría. Yo solamente tenía un Rosario fosforescente  para regalarle. Los otros días vino a casa lo vio y le gustó muchísimo pero no se lo pude regalar porque a mí me lo había regalado mi hijo y es con el que rezo en la noche. Pero le compré uno y se lo di. Lo miró, se lo dio a su madre para que lo guardara y siguió jugando con el resto de los regalos.
  Pensé: no es un regalo para una niña de cuatro añitos, tendría que haberle comprado otra cosa.
A la noche mi hija me contó que cuando estaba acostada le pidió el Rosario que le había regalado la abuela. La madre se lo quería colgar en la pared pero ella le dijo:
-No mamá, yo lo voy a cuidar con todo mi amor y cuando se apaguen todas las luces va a brillar. Y lo extendió por todo su cuerpecito acostado.
  Vuelvo a decir que tal vez sea pretencioso dedicar este día del niño a mi nieta pero ¡Cuántas abuelas hay como yo, que tienen nietas como Delfina y no pueden escribirles para el día del niño!
Para esas abuelas y esos niños que, como Delfi tienen desde tan chiquitos sentimientos de amor va este homenaje en este día que ya casi está terminando.
   Jesús, José y María, Sagrada Familia, ruego amparen a todo los niños del mundo para que ninguno pase necesidades y los acompañen en este camino de la vida, por el sendero derecho, para que puedan dar su amor y su respeto a todo el que lo necesite AMÉN.

Elsa Lorences de Llaneza
elsalorences@yahoo.com.ar

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