A DELFINA EN SUS 4 AÑITOS
FELIZ DÍA DEL NIÑO
Todos los años me
gusta escribir algo para el día del niño.
Este año del
2016, tal vez un poco inmodestamente, se lo voy a dedicar a mi nieta más
pequeña Delfina de cuatro añitos.
Delfina es una
luz que el Señor quiso enviarnos a estos
abuelos ya cerca del final de la vida. Una niña caprichosa, contestaría,
juguetona y a veces peligrosamente juguetona. Es decir, una nena igual que
cualquier niña de su edad, pero con una luz interior muy potente que ilumina
sus ojos, color del tiempo y le da resplandor a su carita tierna.
Con Delfina
tenemos un enganche especial. Nos amamos. Es lógico que la ame a ella porque es mi nieta pero, no es
lógico en los tiempos que corren, que una nieta te diga: “Te voy a cuidar con
todo mi amor abuela “ y corra a buscar mi bastón para que me pueda levantar y
me agarra de su pequeña manito para que no me caiga.
Yo que creo
fervientemente en las señales de Dios, fui la primera en ver, en las fotos de
su bautizo, como el agua bendita que caía de la cabeza de Delfina se había
convertido en un patente, maravilloso y bendito Rosario. En ese momento sentí
que mi nieta no era una nena común, como varios niños a los que les ha pasado
lo mismo.
Hay
contestaciones que me da que sobrepasan los cuatro añitos que tiene. Para
muestra basta un botón, decía mi madre:
El otro día estábamos mirando fotos de mi juventud y ella
me dice: ¡Qué linda sos abuela!
Si, Delfi, le contesté, era linda cuando era joven, ahora
soy viejita.
Dejó de jugar, corrió a abrazarme y me dijo: -¡Pero yo te
amo viejita abuela!
Con mi familia
tuvimos que adelantar el día del niño. Sus tíos, su abuelo y otros varios le
regalaron juguetes que ella recibió con exclamaciones de alegría. Yo solamente
tenía un Rosario fosforescente para
regalarle. Los otros días vino a casa lo vio y le gustó muchísimo pero no se lo
pude regalar porque a mí me lo había regalado mi hijo y es con el que rezo en
la noche. Pero le compré uno y se lo di. Lo miró, se lo dio a su madre para que
lo guardara y siguió jugando con el resto de los regalos.
Pensé: no es un
regalo para una niña de cuatro añitos, tendría que haberle comprado otra cosa.
A la noche mi hija me contó que cuando estaba acostada le
pidió el Rosario que le había regalado la abuela. La madre se lo quería colgar
en la pared pero ella le dijo:
-No mamá, yo lo voy a cuidar con todo mi amor y cuando se
apaguen todas las luces va a brillar. Y lo extendió por todo su cuerpecito
acostado.
Vuelvo a decir
que tal vez sea pretencioso dedicar este día del niño a mi nieta pero ¡Cuántas
abuelas hay como yo, que tienen nietas como Delfina y no pueden escribirles
para el día del niño!
Para esas abuelas y esos niños que, como Delfi tienen
desde tan chiquitos sentimientos de amor va este homenaje en este día que ya
casi está terminando.
Jesús, José y
María, Sagrada Familia, ruego amparen a todo los niños del mundo para que
ninguno pase necesidades y los acompañen en este camino de la vida, por el
sendero derecho, para que puedan dar su amor y su respeto a todo el que lo
necesite AMÉN.
Elsa Lorences de
Llaneza
elsalorences@yahoo.com.ar
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