Según la leyenda, en 1467, durante la fiesta de la virgen del Buen Consejo se escuchó del cielo una música angelical; un rayo de luz bajo hasta la pared del fondo de la capilla inconclusa, las campanas repicaban, seguido todos los campanarios sonaron al unísono las campanas de Genazzano. La nube se disipó poco a poco, descubriendo la pintura que representa a la Virgen del Buen Consejo con su Hijo en brazos. La noticia de la aparición llegó hasta Roma, el papa Paulo II consideró que debía investigar y estudiar dichos sucesos, ese mismo año se estableció dicha comisión.
Algunos papas de la Iglesia católica le han rendido homenajes a esta advocación. Pío V como exvoto envió un corazón de oro; Urbano VII, en 1630 fue en peregrinación para pedir la ayuda durante una plaga; Inocencio XI, coronó a la imagen. Benedicto XIV aprobó la Cofradía de Nuestra Señora del Buen Consejo, siendo su primer miembro. Pío XII la escogió como la patrona de su pontificado. Muchos santos y beatos le han rendido mucha veneración.
En la Segunda Guerra Mundial, una bomba explotó en la Basílica, destruyendo todo el altar principal, pero la imagen de la virgen permaneció sin daño alguno.
Madre: Entregamos a tí nuestros corazones para que nos ayudes a vivir la vida con Fe, con Amor al Padre y bendiciéndote siempre. Amén.
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