El tren
Ayer
viajando en tren vi mucha gente corriendo, arroyos luminosos buscando
la luz. Rostros gozosos, rostros enamorados, rostros estancados,
rostros perdidos.
Unos rostros muertos como ceniza que una suave brisa dispersa y unos
rostros vivos como la sonrisa del niño abriendo su regalo. Sigue su
carrera el tren, tal vez incosciente de todo esto, tal vez no. El
paisaje se desprende de las ventanillas: no hay tiempo para la muerte.
Hay que vivir. Fluye la vida y yo quieto en el estribo del amor.
Padre Stefano Cartabia Omi. (Uruguay)
Mil gracias P. Stefano como siempre por sus Reflexiones.
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