Samuel
Beckett (1906-1989), novelista y poeta irlandés, nos sorprende hoy con
una interesante afirmación. Los poetas, espíritus atentos y profundos,
nos sorprenden muchas veces con sus afirmaciones que van más allá de la
lógica y el sentido común.
Hay también una monja budista, Pema Chodron, que habla de "como fracasar" y también cita a nuestro poeta.
El fracaso es nuestro compañero de camino a lo largo de la vida, mucho más fiel que el éxito.
Así que, aprender a fracasar, se convierte en tarea impostergable.
No
estamos hablando solo de los "grandes fracasos" de la vida,
sino también de los cotidianos, chiquitos, de todos los días. No es
necesario poner ejemplos creo.
Tampoco
estamos afirmando que buscamos el fracaso por el fracaso: sería
masoquismo, actitud poco humana, menos cristiana y hasta patológica.
Aprender
a fracasar es aceptar con serenidad que la Vida nos supera, que los
criterios de la Vida muchas veces no son los nuestros.
Aprender a fracasar es convertirse es un aprendiz feliz.
Aprender a fracasar nos hace más humildes y compasivos.
Aprender a fracasar nos muestra la importancia del recomenzar y que la vida es siempre nueva a cada instante.
Aprender a fracasar es reconocer que el éxito, lo que nosotros etiquetamos como éxito, es ilusorio y peligroso.
Sobre todo, aprender
a fracasar, nos abre a la gratuidad, al don. Nos abre al Amor. En el
fracaso nos damos cuenta de donde brota la fuente perenne del Amor.
El mejor fracaso de la historia fue sin duda el de Jesús: en la cruz, fracaso total. Desde este fracaso surgió, surge imparable la luz, la vida, la resurrección.
Mil gracias Padre Stefano Cartabia OMI. Son bellísimas sus meditaciones.
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